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Nunca cierres los ojos

Caratula de "Nunca cierres los ojos" (2021) - Pantalla 90

Crítica

Público recomendado: +18

Vaya por delante, Come True es una película de terror singular. Es decir, que nadie vaya esperándose la típica cinta de sangre, monstruos o fantasmas, no. Aquí las cosas pasan en otro nivel y a otro ritmo tanto que, para entendernos, Come True está más cerca de David Lynch que de Wes Craven por poner un par de ejemplos bien claros. Anthony Scott Burns ya nos había adelantado cómo le gustaba abordar el género en la que fue su ópera prima, la interesante Our House pero ahora, con Come True es cierto que Burns ha puesto todas las cartas sobre la mesa. Ha incidido en un tema mucho más escurridizo y sobre todo lo ha hecho de forma mucho más compacta o compleja si se prefiere.

Come True nos cuenta la historia de Sarah, una estudiante adolescente que se cuela en un estudio universitario sobre el sueño. Lo interesante de la cuestión es que Sarah ya venía sufriendo extrañas pesadillas. Tal vez fuera una forma de buscar una solución a unas inquietantes imágenes que la acosan cada noche. Allí, en el estudio, hará migas con el supervisor del experimento y como no podía ser de otro modo, la cosa se irá de madre.

Lo interesante y al mismo tiempo lo resbaladizo de una propuesta como Come True es hacer una película zambulléndose en el asunto de los sueños. La cuestión onírica siempre ha dado mucho juego en el cine y nos ha deparado grandes sorpresas, pero también sonoros disgustos. Come True se queda más bien en el primer grupo, aunque para algunos la cinta de Burns seguramente sea un tostón, pero precisamente, porque no es una película convencional. Es diferente y eso siempre es bueno.

Viendo a Come True uno puede reconocer con cierta facilidad guiños a Cronenberg e incluso a George A. Romero, sobre todo en el tono de la película que, según cuentan, fue rodada sin iluminación adicional y únicamente sirviéndose de la luz natural y de la artificial que había en los espacios donde rodaban. Esto le da a la película una sensación de relato “apagado”, que se torna definitivamente inquietante cuando las visiones de pesadilla, haciendo referencia al título de la cinta Come True (Hacerse realidad) comienzan a colarse en la vida real. Conclusión, toda pesadilla recurrente se manifiesta como efecto a un trauma pasado, y ese será el quid de la cuestión en Come True.

El largometraje de Anthony Scott Burns es una propuesta interesante en tanto se aleja de lo habitual. Impecable en lo formal en lo dramático y también en lo narrativo provocará reacciones de todo tipo, pero como se suele decir, en el cine siempre es más interesante la polémica que la indiferencia. Y Come True gustará tanto a unos como disgustará a otros y esto también es bueno.

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