Crítica:
Público recomendado: Adultos
Objetivo: La Casa Blanca consiguió hace tres años unos muy buenos resultados comerciales a partir de un presupuesto reducido.
No es de extrañar, pues, que nos llegue ahora esta secuela donde la acción se traslada a la capital británica. Sin embargo, las pocas virtudes de la película original se quedan diluidas en un producto francamente deficiente.
Mike Banning se plantea si abandonar su misión de proteger al Presidente de Estados Unidos ante la llegada de su primer hijo. Al viajar a Londres para asistir al funeral del Primer Ministro británico, se encontrarán en una nueva situación de sitio terrorista de consecuencias imprevisibles.
Muchas películas contemporáneas, ya sea desde el género de acción o de cualquier otro, se han acercado al fenómeno del terrorismo internacional reflexionando sobre sus causas y consecuencias, o sobre su repercusión en el hombre y la sociedad. Nada de eso está presente en Objetivo: Londres. La película se limita a utilizar la iconografía del 11-S de un modo vacío y sensacionalista, crea una escueta trama de buenos y malos, y añade una rancia justificación de la venganza, regodeándose en la violencia a partir de un personaje estereotipado que parece salido de un actioner de los 80 a lo Chuck Norris. Los personajes de ambos lados responden a un deseo de protección de la familia, pero sólo en clave de venganza y exterminio del otro.
En cualquier caso, el mayor problema de Objetivo: Londres no es ese, ya que al fin y al cabo su público potencial busca un simple entretenimiento y unas cuantas set pieces de calidad. El problema es que ni siquiera es capaz de ofrecer eso: la película tarda bastante en arrancar, hasta que los protagonistas llegan a Londres. Una vez allí, se produce el mejor tramo de la película, el del primer ataque coordenado de los terroristas, 15 minutos que sí proporcionan algo de tensión y de buena acción (a pesar de unos efectos especiales bastante mal ejecutados). Pero a partir de ahí el interés empieza a decaer y la última hora se hace bastante aburrida, en unos escenarios muy pobres y con un desarrollo de la acción mediocre y confuso. Cabe destacar como algo positivo que en el reparto figure el siempre correcto Morgan Freeman, y poco más.