Crítica:
Público recomendado: Jóvenes-Adultos
Omega es un disco emblemático, experimental, fusión de flamenco y de rock. La idea partió de uno de los grandes cantaores, Enrique Morente, que se puso en contacto con una banda granadina de punk rock, los Lagartija Nick y entre ellos y otros grandes artistas flamencos grabaron el álbum, en 1996. Así que el documental gira alrededor de una aventura artística en la que la experiencia de intentarlo es tan importante como el resultado. José Sánchez Montes ya se había aproximado a la figura de Morente en 2005 con Enrique Morente sueña la Alhambra, y ahora se centra en esta obra que ha quedado consagrada como uno de los hitos de la renovación y experimentación del flamenco, una obra debatida, discutida, amada o despreciada, como los grandes intentos vanguardistas. Omega tiene además la importante nota de ser una experiencia de fusión que ahonda en raíces muy flamencas, al menos en cuanto a temática, pues recoge muchos de los poemas de García Lorca y de uno de sus más famosos admiradores, el recientemente fallecido Leonard Cohen. Si me tengo que decantar por una pieza del disco, sin duda sería la intro de Manhattan, que merece estar entre los grandes logros de la fusión, entonces en 1996 y hoy, 20 años después.
A mi juicio, la cuestión clave del documental es la de muchas experiencias de vanguardia. ¿Cuántas veces es más importante el mito o la leyenda del creador que su propia obra? La respuesta sincera solo puede ser: muchísimas, por no decir casi siempre. Cada mito, cada icono cultural es una figura que ha sido separada de su obra, que ha cobrado vida aparte. Se alaban cosas que no se han leído (o se las critica despiadadamente), se toma partido a favor de cosas que se desconocen o se defienden cuestiones que se ignoran. Esto pasa a todos los niveles. Y hace escasos días se ha estrenado un documental sobre Frank Zappa, uno de cuyos aspectos más notables, reconocido por él mismo, es que se le alabó, criticó, incluso premió por obras suyas que nadie había escuchado o que no habían interesado. Él era, en cambio, un artista de vanguardia cuyo halo, cuya aurea, superó con creces la importancia de su obra. No voy a ser tan ingenuo de realizar una crítica del disco Omega, porque lo relevante es que el documental tiene aportaciones muy relevantes, incluso para quien desconoce el disco; incluso para quien no gusta del flamenco, pero ama la música y está interesado por el misterio de los artistas. Y digo el misterio porque la música es un sacramento, de eso no tengo duda alguna. Es el signo de algo que está más allá y que no vemos. Por algo Tolkien ficcionó una creación del mundo a través de la música.
Omega no es ciertamente un icono cultural (universal) de nuestra sociedad, pero sí es una referencia en el mundo de la renovación del flamenco. Gozó de unas ventas estimables y tuvo un recorrido amplio a escala internacional de conciertos y citas con el público. Una obra arriesgada que encontró su público. Morente habla de los orígenes de la idea, de su fascinación por el rock, por su poderío, sus ritmos, sus graves y Lagartija Nick habla de la necesidad de seguir a los maestros cuando sucede o acontece que el maestro se dirige a ti y quiere trabajar contigo. Hay toda una experiencia humana, un aspecto extramusical que se hace en este caso, tan importante como la música. La familia de Morente, sus hijas, su mujer son gran parte del documental, y la presencia de Leonard Cohen le da ocasionales brillos. Porque es buena muestra del reconocimiento que el flamenco tiene ya entre los grandes de la música. Aquí vemos que Leonard Cohen aprecia enormemente tanto la música flamenca como a sus grandes intérpretes. Quizá tenga que ver con ella su declarada pasión por el más flamenco y universal de nuestros poetas, Lorca. Ambos, Cohen y Lorca, tienen un enorme peso específico en este disco pues varias de sus letras llevan su firma. Ya es curiosos que, precisamente, el que más ha indagado en un repertorio y en una tradición marcadamente localista como él (pues su obra es una obra plenamente andaluza) ha resultado ser el más universal de los nuestros. Cierto que la Andalucía que él canta hunde sus raíces milenarias en un crisol importante de culturales, desde las tartésicas, las colonizadoras del primer milenio antes de Cristo o la presencia en ella del Islam, de los judíos y del pueblo gitano, llegado, con seguridad documentada, al menos en el siglo XV. No es por eso extraño que el flamenco, a fuer de local, sea tan universal y tenga el reconocimiento que hoy tiene. No es tampoco extraño que artistas como Morente (y como antes Paco de Lucía) no hayan tenido empacho alguno en fusionar el flamenco con cualquier estilo musical con el que se haya topado, pues con eso, lejos de traicionar las raíces del flamenco, no hacen sino un homenaje a sus orígenes.