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Operación Camarón

Caratula de "" () - Pantalla 90

Crítica

Público recomendado: +18

Hubo un tiempo en que era moneda común, por parte de algunos cineastas españoles,
quejarse de la baja taquilla del cine español partiendo de la crítica al cine americano. Y
recuerdo una tertulia en la que este era precisamente el tono de la misma, hasta que uno de
los tertulianos se apeó del discurso para defender que, al fin y al cabo, prácticamente todos los
directores de cine español habían bebido del cine de los maestros americanos.
Operación Camarón bebe mucho del cine americano, (Sospechosos habituales, Traffic…) pero
tiene sus indudables raíces españolas, especialmente la localización en Andalucía y su sentido
del humor; lo mejor de ambos mundos.

Sebas es un pianista de formación de conservatorio,
niño prodigio que, por causas del destino, y de un enchufismo que ni a él mismo le parece
bien, acaba siendo policía. Y por ser músico acaba encargado de un trabajo de lo más
impensable para él: infiltrado como teclista de una banda andaluza de trap, para ver si logra
desbaratar una peligrosa y asesina red de narcotraficantes. Sebas, vallisoletano, con menos
gracia que Robocop, tendrá que fajarse con una banda que no conoce más hogar que la calle y
la tasca, y todo ello para jugarse el tipo frente a una despiadada banda criminal.
Pertenece al género de las policíacas no detectivescas, la de los cuerpos profesionalizados, ya
que el detective privado ha sido siempre una figura foránea, más que nacional. Es también por
cierto, un canto a la labor de muchos policías abnegados. Detalle curioso, signo de la
preocupación de los tiempos, es que la inspectora jefe, dura como ninguno, y ejemplar como
la que más, no solo es mujer sino que está embarazada. Algo significará en los años de la
España vacía.

Operación Camarón se basa en la película italiana Song é Napule, que encantó a Carlos Theron
y pensó pronto en adaptarla a España. La imaginaba llena de luz, color y música, no gris y
sórdida. Para su modo declarado de hacer las cosas, el humor es un ingrediente sin el que no
se plantea hacer una película. Operación Camarón tiene un argumento potente, con los giros y
clímax -varios- adecuados, tensión in crescendo hasta el último momento, acción, suspense,
subtramas interesantes, diálogos inteligentes, personajes creíbles, interpretaciones
convincentes… Si vemos enchufismo y corrupción, vemos también heroísmo, sacrificio,
entrega, lealtad, amistad, fortaleza, etc., encarnados en personajes que nos ayudan a desear
ser mejores. Los malos son muy malos y en los buenos, los hay de todo pelaje, como la vida
misma.

Hasta el trap, género controvertido, y el más trasgresor de la última década, si es que puede
haber algo hoy que se llame transgresión, recibe sus redenciones y parabienes, ayudado para
ello por un magistral Juan Carlos Gallego que encarna a Lolo, el líder de la banda local, que no
cesa de crecer humanamente a medida que se desarrolla la cinta. Mejor no perdérsela.

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