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Pájaros de verano

Caratula de ""

Crítica

Esta película destaca por su originalidad al acercarse a un tema que siempre hemos visto revestido de oropeles hollywoodienses.

El mundo de la droga y el narcotráfico siempre ha aparecido rodeado de cierta épica, incluso en las recientes aproximaciones a la vida de Pablo Escobar. Pero este film de Cristina Gallego y Ciro Guerra nos lleva a una Colombia mucho más real, al territorio de La Guajira, pegado a sus ancestros y lejos de cualquier mentalidad occidentalista. El film se basa en una historia real que explica el origen del narcotráfico en la Colombia de los sesenta, cuando empiezan a llegar “gringos”, medio hippies medio anticomunistas, que ofrecen dinero por sacos de hoja de marihuana. De esta manera, los agricultores de la zona, pobres y casi primitivos, se convierten en empresarios que empiezan a ganar un dineral para el que no estaban preparados.  En el desierto de Guajira, una familia indígena Wayuu se ve obligada a asumir un papel de liderazgo en esta nueva empresa. Sin saberlo se meten en el infierno.

La cinta tiene un importante bagaje etnográfico casi documental, que por un lado le resta carácter comercial, pero por otro permite conocer un contexto mucho más auténtico en el que entender lo que supuso el negocio de la droga. Un mundo de relaciones familiares, de tradiciones pacíficas basadas en el honor y el valor de la palabra, se ve sacudido y arrasado por todos lo males que se derivan de la ambición del dinero y del poder. Sorprende la religiosidad pagana de la comunidad, llena de supersticiones y magias y en la que no parece haber vestigios de cristianismo.

El resultado tiene bastante valor antropológico y social, y demuestra un nada desdeñable esfuerzo de producción. Tiene algo de tragedia griega, y algo de García Márquez, y cómo no, de realismo mágico. La película se divide en décadas y nunca renuncia a un cierto tratamiento poético en medio del horror creciente. Está rodada en lengua indígena y destacan las interpretaciones de las dos protagonistas femeninas, las actrices Natalia Reyes y Carmina Martínez. La película fue ovacionada en el último Festival de Cannes.

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