Crítica:

Público recomendado: adultos

Anne (Diane Lane) está casada con un exitoso productor de Hollywood (Alec Baldwin), adicto al trabajo. Aunque se quieren, sus vidas parecen haber caído en la rutina. Tras unos días en el Festival de Cannes deben volver a Budapest dónde éste tiene una nueva producción en pleno rodaje. Un dolor de oído obliga a Anne a cancelar su viaje junto a su marido y viajar directamente a París junto al encantador  socio de éste, Jacques, un francés bien entendido de su tierra y su cultura. El viaje, en un Peugeot descapotable, servirá para conocer las bondades que la vida nos ofrece.

Primera película de ficción de Eleanor Coppola, mujer de Francis Ford Coppola. Productora, guionista y directora de documentales, se lanza a rodar esta película que navega entre el road movie y el “gastrocine”.

Además de servir de perfecta guía turística de la singular campiña francesa, la película nos introduce amablemente en esos detalles de la vida que la hacen asombrosa.

La belleza de la arquitectura, la armonía de los colores del campo, la sencillez del mundo rural y la alta cocina dan lugar a conversaciones inteligentes sobre el sentido de la existencia, aunque sin llegar a profundizar demasiado.

Aunque para muchos ha resultado una película tediosa por una supuesta falta de química entre los actores principales (parece que  si no hay sexo, la cosa no tiene enjundia). A mi juicio la cinta es un canto a los cinco sentidos. Los olores y los sabores pueden sentirse, y aunque le falta cierto ritmo a tramos, es una propuesta equilibrada y sensible.

Diane Lane está preciosa a esa edad madura tan difícil para tantas actrices, su interpretación resulta convincente. Le acompaña con gran delicadeza un encantador Aranud Viard. Con menos responsabilidad actoral está Alec Baldwin, actor menos valorado de lo que en realidad se merece.

Una película que abrirá tu apetito sensitivo.