Crítica

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La brutalidad de una guerra, y tal vez más si se trata de una guerra civil, convierte a personas que habían convivido en enemigos, pues entra en escena la ideología que pervierte lo que antes era una convivencia pacífica entre los hombres en furibundos asesinos. Así pasó en Burundi en la década de los 90 con el enfrentamiento entre hutus y tutsis, con el mismo idioma y religión, en feroces contendientes. El director francés Eric Barbier (Toreros, La serpiente, Promesa al amanecer…) nos lleva a aquellos años, donde ni los niños pudieron escapar de aquel aquelarre de sangre y muerte.

Gabriel tiene 10 años y vive con su hermana y sus padres. Su padre Michel Chappaz (Jean-Paul Rouve: En solitario, Aquellos días felices, Y tan amigos…) es francés afincado en el país desde hace años y su madre, que interpreta Isabelle Kabano, es una africana de la tierra que suspira por vivir en París, cuestión que los negocios de su marido en Burundi hacen inviable.

Gabriel es un niño normal feliz y despreocupado con amigos y que va a un colegio francés en donde convive con otros chicos de su edad, que juega con sus amigos y con su hermana. Pero esa vida plácida está a punto de estallar por los aires, pues de repente, en 1993, las tensiones en el país vecino, Ruanda ponen en peligro tanto a su familia como a su inocencia. Ese conflicto distorsionará su vida, la del resto de su familia así como a las de tantos miles de burundeses (tutsis y hutus), que se emplearán con saña hasta 2005 en una guerra fraticida.

Disparando a perros (una de las más logradas sobre el conflicto), del director Michael Caton-Jones y Hotel Ruanda, de Terry George, son dos notables filmes que nos acercaron sin paños calientes a las brutalidades que se dieron en el conflicto entre las dos etnias, y la inacción de los cascos azules en la defensa de una parte de la población que dejaron a su suerte a los tutsis largándose del lugar sin protegerlos de los hutus, que entraron a machetazos en el recinto cuando las tropas de la ONU salieron del lugar.

El filme Pequeño país, que se estrenará este próximo 21 de mayo, tiene momentos estelares y nos lleva a palpar los sentimientos encontrados de niños y jóvenes que sufrieron los embates que ocasionó el conflicto civil, que muchas veces fueron manipulados por los mayores para realizar acciones criminales obligadas para las que no estaban preparados. En poco tiempo, sus vidas de niños fueron secuestradas torticeramente para ser niños soldados, que dejarían huella en muchos de ellos, al perder la candidez de su infancia.

Por esto, Pequeño país es un buen ejemplo de la manipulación que viven miles de niños en el mundo, cuya bondad natural ha sido vilipendiada dejando cicatrices profundas en sus vidas.