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Poker Face

Caratula de "Poker Face" (2022) - Pantalla 90

Crítica

Público recomendado: +16

El actor de Gladiador y Una mente maravillosa, el oscarizado Russell Crowe, protagoniza una película dirigida, escrita y producida por el mismo actor; un proyecto muy personal que aunque plantea temas interesantes no logra profundizar en ellos. Aun así, el producto final es entretenido, tiene su moraleja y no aburre; te arrastra donde quiere con elegancia y una puesta en escena sofisticada; dominada por una mansión enorme, coches de alta gama y grandes obras de arte.

La película nos cuenta cómo el multimillonario jugador de póker Jake Foley (Russell Crowe) convoca a sus mejores amigos a una partida de póker única, donde pueden ganar más dinero del que jamás hayan soñado. Sin embargo, a lo largo de la película irán aflorando los verdaderos motivos de esa noche, que nunca podrán olvidar.

El film comienza con el flashback de unos niños y continúa con la presentación de Jake Foley, un millonario en busca de un sabio/chamán, que le ofrezca alguna respuesta sobre el sentido de la vida y de la muerte. El montaje de esta experiencia mística, que saca a flote recuerdos dolorosos de su historia, es algo asfixiante y confuso, expresión (se entiende) del proceso interior (y traumático) del protagonista. Un arranque original y místico donde se evita nombrar a Dios; en sustitución se utiliza la palabra “Universo”, que denota una idea específica sobre la espiritualidad de la película. Más adelante, veremos cómo en la mansión de Jake hay cuadros espirituales de autores australianos, que invitan a una introspección de la naturaleza humana; a la búsqueda de un sentido de la existencia. Por otro lado, se intuye un arco de transformación del protagonista muy grande; motivado por ese secreto que lo está cambiando todo.

La segunda parte de la película es más rítmica y entretenida, a pesar de tener unos antagonistas algo planos y forzados. Las interpretaciones son correctas, destacando la aparición de la siempre exquisita Elsa Pataky, que comparte reparto con su cuñado Liam Hemsworth. Una conclusión coral en donde sobresale una interesante reflexión sobre cómo la muerte (el límite de los griegos preplatónicos) puede otorgar sentido a la vida. El problema (de ahí el exceso de voz en off) es que también decide hablar y meditar sobre la amistad, el poder y la corrupción, el amor y el perdón, la vocación e incluso sobre la huella que queremos dejar más allá de nuestro mero existir. La película parece tener mucho de testamento del propio Crowe, como vemos en esa reflexión sobre el arte y el autorretrato.

En definitiva, una película de suspense con una interesante reflexión, en un entorno sofisticado, donde el póker, con su observación, inteligencia y paciencia, juega un papel decisivo. Eso sí, algunas ideas algo místicas y la explicitud de gestos violentos, no la hacen apta para los más jóvenes de la casa. Esperamos que la siguiente propuesta de Crowe como director, ahonde más en la narración visual y profundice aún más, que intuimos se le dará muy bien.

Carlos Aguilera

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