Crítica
Público recomendado: +13
Se estrena la secuela de Puñales por la espalda (2019), una película entretenida e inteligente que funcionó muy bien en su momento y que ahora, su director, Rian Johnson, repite con gran acierto. Estamos, quizás, ante el inicio de una nueva saga, la del detective Benoit Blanc, interpretado por el ex James Bond, Daniel Craig.
Las películas de detectives, aquellas que pista tras pista resuelven un crimen, siempre son necesarias y gustan al público de cualquier época; parecen ser un arquetipo narrativo. Sherlock Holmes, Jessica Fletcher, Colombo o Miss Marple han sido algunos de esos personajes: amantes de los detalles, curiosos por la verdad y atentos a la naturaleza humana, en sus más pequeñas y perversas manifestaciones. Como dice el filósofo sabio: poca observación y mucho razonamiento llevan al error y mucha observación y poco razonamiento llevan a la verdad. También ahora, continúa con personajes como El Mentalista, la serie CSI u otras series como House o The Good Doctor…
Este tipo de películas siempre exigen un gran conocimiento de la naturaleza humana. Los actos delictivos, arrebatarle la vida a alguien, por ejemplo, es un acto de progresión hacia el mal; que no solo se explica encontrando un “móvil”, que nos haga comprender los motivos, sino que afecta a los componentes básicos (elementales) de la naturaleza humana. El poder, el dinero y el sexo; parecen ser los móviles por excelencia para estas historias de misterio que, generación tras generación, atrapan al espectador, quizás, porque se ve reflejado en ellas. La película que nos ocupa se enmarca dentro de este tipo de cine.
Todo el peso del film recae en un guion sólido y muy cuidado, y en su protagonista, un posmoderno Sherlock: un Daniel Craig adicto a la adrenalina de lo extraordinario y profundamente aburrido ante la “simple” realidad y rutina de cada día. Vale la pena recordar que, al inicio de la película, vemos al detective Benoit Blanc viviendo en la bañera de su casa, conversando con unos interesantes amigos del mundo del misterio. Y aunque la película resulta un producto más que notable, de fondo, muchos personajes son inconsistentes e infelices. Este hastío vital, un nihilismo con dependencia del chute de investigar (en el caso del detective Blanc), desdibuja la línea entre el bien y el mal; y convierte a nuestro detective en alguien voluble, maleable que también posee un corazón humano herido. A pesar de todo esto, se agradece que los personajes no sean “buenos o malos”, maniqueos, sino cargados de matices que enriquecen. De hecho, la humanización del villano (Joker) o el lado oscuro del héroe (Batman, de Nolan), son una característica de nuestro legado visual más reciente.
El director Rian Johnson (Star Wars: Los últimos Jedi, 2017) sustituye la mansión de la primera película por la isla de lujo privada de un famoso millonario, pero las dinámicas interiores son muy parecidas. Vale la pena destacar el uso del tiempo narrativo para agilizar y sorprender al espectador; que genera un producto ágil y muy entretenido. El efectismo de esta secuela se alía muy bien con la crítica social que parece arrojar la película (la saga): detrás de las grandes empresas, de las grandes fortunas (o herencias familiares) no hay más que personas reaccionando ante el poder o el dinero; o dicho de otro modo, ¿aún no hemos aprendido qué nos hace infelices?
Interesante el personaje del millonario, capaz de embaucar y fascinar, como si fuera un encantador de serpientes; evoca al personaje de Cautivos del Mal (1952), no por el carácter sino por un “cierto estilo de vida”; ese tipo de personajes con una vidilla especial que arrastran e ilusionan a muchos, pero que en el fondo son tramposos y vacíos.
Por supuesto, la película cumple con los cánones de la época en la que vivimos: aparece un personaje gay, una mujer empoderada, un personaje negro y esa atmósfera hipersexualizada, precipitada y líquida, que nos define. Aunque nada de esto distorsiona ni el sentido ni el valor de la misma.
En definitiva, una inteligente y entretenida película, llena de ritmo y misterio que nos presenta a un Daniel Craig más fresco y desenfadado, capitaneando una de las nuevas sagas del momento. La película la distribuye Netflix por lo que pronto estará disponible en todos los hogares. Eso sí, no apta para los más pequeños.