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Puntos suspensivos

Crítica

Público recomendado: +16

 

 

En las escuelas de cine se enseña que la base del guion cinematográfico es el conflicto: sin él, la obra pierde el interés y acaba aburriendo. El director David Marqués ha cogido esa base para Puntos suspensivos y la ha llevado al siguiente nivel añadiéndole mucho misterio y tensión, todo con un punto de meta narrativa, es decir, hablar de cómo se escribe un guion o, en el caso que nos ocupa, una novela. Y el experimento le ha salido redondo, no se puede decir lo contrario.

Leo (Diego Peretti), exitoso escritor de novelas de misterio, firma con el seudónimo de Cameron Graves. Mientras escribe su próximo libro en un aislado chalé, recibe la extraña visita de Jota (José Coronado), un inquietante personaje que dice ser periodista. Nadie conoce la identidad de Leo y solo Victoria (Cecilia Suárez), su agente, sabe que está allí, así que: ¿cómo ha conseguido Jota llegar hasta él?, ¿cuáles son sus intenciones? Un oscuro secreto relacionado con Adriana (Georgina Amorós), su joven amante, parece estar detrás de la misteriosa visita. Mentiras, traiciones, amenazas y algo más marcarán el despiadado duelo entre estos personajes.

Se suele decir que “menos es más”, y en este caso es más acertado que nunca ya que el susodicho director de cine, que también ejerce de coguionista junto a Rafael Calatayud Cano, ha ido al mínimo: cuatro actores, apenas dos o tres ubicaciones, mucho diálogo y giros inteligentes. Se diría que es una obra de teatro filmada, y muy bien filmada gracias a un excelente uso de la cámara y unos actores en su salsa, sobre todo José Coronado, que a estas alturas no tiene que demostrar su valía, pero aun así ofrece un recital digno de todo elogio. Le acompañan muy bien Diego Peretti, Cecilia Suárez y Georgina Amorós.

La idea es mostrar cómo se escribe un libro y cómo los escritores muchas veces cogen hechos de la vida real para inspirarse, porque ya se sabe que muchas veces la ficción es más real que la misma realidad. Y todo ello con un magnífico aroma a Hitchcock aunque teniendo personalidad propia.

El reparto está de lujo, el ritmo es estupendo, el comienzo engancha sin andarse con pamplinas y no te suelta hasta el final. Por poner un pero, una blasfemia que se podría haber sustituido por cualquier taco. Sin embargo no empaña una excelente película que además dura lo justo para no hacerse pesada.

El cine español ya nos había mostrado buena salud con la excelente ‘Menudas piezas’, y aquí vuelve a demostrar que no hacen falta enormes repartos, grandes dispendios ni tórridas escenas sexuales para atrapar el interés y tratar al espectador como la persona inteligente que es.

Miguel Soria

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