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Querido Evan Hansen

Caratula de "" () - Pantalla 90

Crítica

Público recomendado: +14

Dear Evan Hansen es un musical estrenado en Broadway en 2016, con enorme éxito. La música la ponían Benj Pasek y Justin Paul (autores de la famosa “City of Stars”, de La la land). La adaptación a la gran pantalla ha mantenido al gran actor principal del escenario en Broadway, Ben Platt, que sencillamente, lo borda en el papel del protagonista: Evan Hansen. Evan es un adolescente con continuas crisis de ansiedad, una timidez enfermiza, y una total incapacidad de relacionarse con normalidad. Querido Evan Hansen es el nombre de una conducta terapéutica que le recomienda su médico: escribirse una carta a sí mismo, poniendo blanco sobre negro las razones por las que este año puede ser un gran año en el instituto. Evan vive con su madre, que hace todo lo que puede por él, lo que acaba resultando bastante poco; sus problemas van mucho más allá de lo que ella sabe y puede gestionar. Lo único que supone algo de luz en la vida de este chico aislado -que pasa desapercibido o es directamente ignorado o menospreciado- es Zoe, la chica de la que está enamorado, y a la que no se atrevería a dirigir ni la palabra si no fuera porque las circunstancias les ponen frente a frente. El hermano de Zoe, Connor, se suicida y la fortuna enreda el único contacto, tangencial, fortuito entre Connor y Evan, y lo hace aparecer a la vista de todos, como una gran amistad a lo largo de años. Evan, incapaz de gestionar una situación emocional que le desborda por todos los lados, solo sabe huir hacia delante, embarullándose en una mentira de la que no sabe cómo salir, pero que al menos le aproxima a Zoe.

En Querido Evan Hansen tenemos más que un retrato, es un verdadero estudio de la soledad, de las máscaras sociales que desde la adolescencia llevamos puestas, para ocultar las heridas, las frustraciones o las desesperanzas y sinsentidos que acechan al acabar la infancia. La ausencia de padre es un factor clave en la pérdida de norte de los hijos; y en este contexto, el director Stephen Chbosky remarca enormemente el papel que las redes sociales juegan en los problemas de los adolescentes, con un papel terriblemente ambiguo. Las salidas a la soledad que ofrecen son más bien puertas falsas que, aunque parezcan construir, en realidad crean una realidad paralela que puede no llegar a tocar la interioridad de las personas, sino enmarañarlas aún más.

La historia es intrincada, llena de sutilezas, y muestra un abanico de actitudes suficientemente amplio y bien trabajado para que veamos las luces y sombras de la vida de chicos de instituto: los más comprometidos con acciones sociales, los líderes a los que todo parece marcharles bien, los inadaptados, las miradas desaprobatorias, el rápido ascenso en el crédito por una determinada acción pública, las exclusiones, la doble imagen, las fachadas. La música, con fuerza, goza de excelentes interpretaciones vocales, con un predominio absoluto de la balada. La voz de Ben Platt evoca la fragilidad real, la duda, el remordimiento o el gozo por el descubrimiento de una nueva relación; acompañada de una interpretación soberbia aporta una credibilidad total y una empatía absoluta con el personaje. Sobre el musical de Broadway, el director solo desechó dos temas, creando dos nuevos en su lugar.

El final, si bien agridulce expresa una gran positividad, una mirada esperanzadora; por muy grises que sean los nubarrones, hay motivos para luchar, para sonreír y para intentar que el nuevo año que se abre enfrente sea un gran año, para Evan Hansen, y para nosotros.

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