Crítica
Público recomendado: +18
Hacía tiempo que no pasaba un rato tan agradablemente tenso viendo una película de terror. Y se lo dice alguien que está cansado de ver películas de miedo. Relic es con diferencia, la mejor cinta de género estrenada en lo que va de año y ya veremos si alguien la supera en los dos meses escasos que nos quedan.
El film está dirigido Natalie Erika James, una joven realizadora neozelandesa que se ha curtido entre las bambalinas del cortometraje en donde ha hecho casi de todo. Relic es su ópera prima y como debe ser es una historia de mujeres y entre mujeres algo poco frecuente en el cine comercial y menos aún en el de terror. Relic es básicamente una cinta de madres e hijas y del amor incondicional que media entre ellas con el monstruo, o tal vez el fantasma, de la demencia como telón de fondo.
Relic arranca con Kay (Emily Mortimer) y Sam (Bella Heathcote), una madre y su hija que llegan a la casa de la abuela de la segunda, Edna (Robyn Nevin). Pero resulta que ésta última ha desaparecido y tras unos días en paradero desconocido regresa extrañamente normal. Hay algo distinto en ella, aunque parece la abuela de siempre todo a su alrededor parece encarecidamente distinto.
Durante sus ajustados noventa minutos Relic no deja un minuto de respiro al espectador que desde el principio es arrastrado a una enmarañada historia de terror de ribetes clásicos. Todo parece extraño en esa casa y en efecto parecen pasar cosas raras y, sobre todo, parece haber alguien más ahí. No sabemos si es un fantasma, un intruso o un monstruo, pero no cabe duda de que algo cohabita en el interior de la casa.
Por si fuera poco, Relic no sigue el desarrollo lógico que se cabría esperar, es decir, extraños acontecimientos seguidos de una investigación que suele aclararlo todo. Aquí no hay preguntas claras y mucho menos respuestas fáciles. Relic funciona tan bien entre otras cosas por el misterio que la propia película supone y porque una vez la hayamos visto seguiremos haciéndonos ciertas preguntas que dicho sea de paso, invitará a volver a verla.
Lo cierto es que la película de Erika James está muy bien hecha. No se pierde en divagaciones que no conducen a ninguna parte porque prácticamente todo lo que ocurre delante de la cámara es importante para comprender la historia. Además, el film está diseñado con tanto mimo y cuidado por el detalle que nada parece chirriar en el conjunto. Cada plano y cada crujido está insertado en el momento preciso. Y lo mejor de Relic es que además de provocar miedo, la cinta de James es una hermosa historia de amor materno filial. Al final en Relic lo que vence es el amor de una madre a su hija y no el miedo, por horrible que nos pueda parecer a vista.
Muy recomendable.