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Resident Evil. El capítulo final

Caratula de ""

Crítica:

Público recomendado: Jóvenes-Adultos

El pasado 3 de febrero la distribuidora Sony Pictures Releasing de España llevó a las salas de cine Resident Evil. El capítulo final. Han pasado 15 años y aún no hemos aprendido la lección. Al menos no en este caso el británico Paul W. S. Anderson (Pompeya), que en teoría filma la sexta entrega de la franquicia -aunque casi podemos asegurar que no finiquita la saga-, llena de altibajos y que no mejora lo visto en anteriores películas, trufada, cada vez más, de explicaciones genéricas, insulsas a menudo, y poco claras debido a un montaje mareante.

A lo sumo, las deslabazadas afrentas a la coordinación narrativa iban de mal en peor en cada propuesta fílmica. En el caso que nos ocupa podríamos decir que se asemeja un poco a la tercera entrega (Extinción, 2007), probablemente la que tuvo algo más de dignidad.

Resident Evil. El capítulo final sigue las andanzas de Alice (Milla Jovovich), una de las últimas supervivientes del gran apocalipsis que vive la humanidad desde la primera expansión del Virus T, que ha supuesto enfrentarse a hordas de muertos vivientes. Nos encontramos inmediatamente después de los acontecimientos ocurridos en Resident Evil: Venganza (2012). Tras la traición sufrida a su llegada a Washington DC a manos de Albert Wesker (Shawn Roberts), Alice tendrá que volver a Racoon City, es decir, al punto en el que se inició la expansión de este mortífero virus. Allí, la Corporación Umbrella está reuniendo fuerzas antes del ataque final a los últimos supervivientes del apocalipsis.

En una carrera a contrarreloj, Alice tendrá que echar mano de viejos compañeros, además de un nuevo e inesperado aliado. Será una batalla repleta de acción contra hordas de zombis y nuevos monstruos mutantes. Entre haber perdido sus habilidades sobrehumanas y el inminente ataque de Umbrella, esta será la aventura más difícil de Alice para salvar a la humanidad, que está al borde de caer en el olvido.

Lo que es innegable es su estilo hortera, al tiempo que se prodiga en un marasmo de frágil estructura mitológica que todo lo estropea con el uso de los efectos especiales, y eso que seguramente es lo más llamativo de la historia. Y si hay algo intolerable en cualquier producto de cine es que no exista claridad visual o su guión acuse los defectos apreciados en la saga, lastre primero de la factoría de acción. Sumémosle que a mitad del drama la historia se vuelve aburrida y en ocasiones con momentos ilógicos y desesperantes.

Añadan a todo ello la falta de humor y solemnidad con que el realizador afronta la película, que asume alegremente su naturaleza de facsímil y que su puesta en escena no termina de convencer por su acusada indefinición… Por si no fuera suficiente, ni funciona la dirección de actores ni los reclamos publicitarios con actrices como Milla Jovovich, cuyo atractivo principal en la primera película fue no decir una palabra durante la primera media hora y salir desnuda. Esto es todo.

 

 

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