Crítica
Público recomendado: +13
Las películas y series de T.V. apocalípticas no solo son tendencia en las últimas décadas, sino que también expresan de fondo un miedo humano que todos llevamos dentro: la incertidumbre sobre el futuro. La película que nos ocupa Respira nos sitúa en un futuro en donde el planeta Tierra ha quedado con una atmosfera irrespirable. Por lo tanto, el oxigeno se convierte en la moneda más preciada. Aunque la película tiene buenas intenciones, un mensaje ecologista y de reivindicación de los derechos humanos, las tramas caen en territorio conocido, especialmente con un final algo acelerado. Aún así, presenta varios elementos valiosos que valen la pena rescatar.
La incertidumbre sobre el futuro, estemos hablando del planeta o de una familia o de una relación, depende de la confianza; en si somos capaces de entablar relaciones de donde brote una confianza fiable. Toda historia apocalíptica (la serie de T.V. The Walking Dead o las películas Soy Leyenda o la saga Un lugar tranquilo), presenta en origen una desconfianza: a los políticos, a la gestión del poder, a los extranjeros, a cómo cuidamos el planeta, al mundo empresarial/farmacéutico y cómo se cruzan los límites éticos… ¿En quién se puede confiar? ¿cómo tener una cierta esperanza sobre el futuro?
En una línea similar a Respira encontramos la película de Disney-Pixar Wall-e, dirigida por Andrew Stanton (Buscando a Nemo y colaborador también en la aclamada serie Stranger Things). Y es justo viendo al pequeño robot Wall-e donde vemos el punto rojo de la cuestión: al entrar Wall-e en relación con las personas (Eva, un ser humano que vivía encapsulado…) se genera un encuentro distinto que genera la confianza necesaria para una nueva vida, un recomenzar. Todo finalmente se resume en la posibilidad de un “encuentro” real: el encuentro como punto de partida para reconstruirlo todo, la sociedad, la familia y un planeta destrozado e irrespirable. En este punto, la confianza/desconfianza en la película Respira se pone al límite en varias ocasiones, aunque no consigue integrarlo bien en un guion inestable al que le cuesta “respirar” en varias ocasiones.
Su director, Stefon Bristol mantiene su postura de denuncia hacia la vulneración de los derechos humanos, concretamente hacia los afroamericanos. La mención explícita de la figura de Malcolm X no solo lo corrobora, sino que sirve, al mismo tiempo, de homenaje a Spike Lee, director que por otro lado ha apoyado públicamente la carrera de Bristol. La incorporación de la cantante y actriz Jennifer Hudson y la familia protagonista, otorgan una fuerza especial, amen de unas interpretaciones dignas que no logran hacer despegar una historia con un gran atractivo inicial.
La atmosfera irrespirable es también ocasión para llevar a lo humano al límite, ¿cómo somos realmente cuando estamos en una situación límite? O, dicho de otra manera, ¿dónde está la esperanza, de dónde brota? La película no plantea un futuro sin esperanza, pero es cierto que la ciencia y la naturaleza parecen ser las portadoras. Esto, en un momento cientificista y ecologista como el que nos toca vivir, cae con agrado y mucha oportunidad.
Al menos indirectamente la película hace también una critica a la ausencia de comunicación y al peligro de las redes sociales; buscamos desahogo humano en redes sociales anónimas y no somos capaces de hablar en familia sin gritar, por ejemplo.
En definitiva, una película de acción con un buen arranque que, aunque se pierde en algún momento, logra plantear unos vínculos humanos interesantes. La película pierde ritmo y se vuelve lenta y confusa en varias escenas, lo que genera una segunda parte acelerada e inconexa. Lástima que no logre más unidad y un mensaje más definido.
Carlos Aguilera
https://www.youtube.com/watch?v=zylvCqNTAiQ