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Rock the Kasbah

Caratula de "" () - Pantalla 90

Crítica:

Público recomendado: Adultos

La historia de un fracasado manager de cantantes sin talento es algo muy real. Fuera del glamour de los grandes, que son la cúspide de la pirámide, hay una base gigantesca de pequeños artistas que buscan su hueco hasta encontrar, en la música, la meta sencilla de la propia satisfacción y el estímulo de una pequeña comunidad local. Esto es normal.

La frustración, el autoengaño, las malas prácticas son también acompañantes de camino de tantos y tantos que se agitan en el mundo del showbiz y en sus aledaños. Richie Lanz (Bill Murray) es un manager que reúne todas estas condiciones: fracasado, sin escrúpulos, con una percepción alterada de la realidad, y sobre todo de su realidad; solo logra bolos miserables de cantantes femeninas que cantan versiones infames. Pero por caminos insospechados, su suerte puede cambiar. Con su ínfimo bagaje acepta una gira, nada menos que en Afganistán.

Barry Levinson (Good morning, Vietnam, Rain man, Algo pasa en Hollywood) hace un buen trabajo, bien ayudado en la fotografía por el solvente Sean Bobbit. El rodaje tuvo lugar en Marruecos y para todo no especialista en geografía afgana, el resultado es excelente. Allí vivirá de todo, las resquebrajadas seguridades de su vida en Estados Unidas quedarán atrás y sin embargo, esta aventura, aceptada tal y como le viene, le deparará grandes sorpresas. Su objetivo quedará marcado por la posibilidad de llegar al concurso de talentos Afghan Star. Richie será uno de los personajes que, en la dificultad, podrá dar lo mejor de sí mismo; lo que ni siquiera él pensaba que pudiera llegar a dar. En su camino encontrará de todo, no precisamente luminoso: traficantes de armas corruptos, exsoldados mercenarios y una bella e intrigante prostituta. Cada uno cumplirá un papel en el destino (o la Providencia) le pone delante a Richie.

Las tramas y subtramas combinarán elementos cómicos y dramáticos en dosis equilibradas. La película nos ofrecerá momentos discursivos, elementos de reflexión, serios a veces, pero sin renunciar nunca al humor; ridículo a veces, siempre simpático. Una cultura como la afgana ayuda a incorporar referencias religiosas, y hacer partícipe a Dios de los avatares humanos. La violencia estará omnipresente en el film, evitando que una excesiva näiveté arruine el resultado final. Las lecturas del éxito son, afortunadamente, más complejas que las hollywoodienses de décadas pasadas. En películas musicales como Eight Miles o de baile como La última batalla, o documentales como Anvil, las implicaciones personales y sociales pesan más que la espectacularidad y el brillo del éxito personal.

 

 

 

 

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