Crítica:
Público recomendado: Adultos
Liverpool, agosto de 1976. Fergus, de cinco años, conoce a Frankie en su primer día de colegio. Se convertirán así en amigos inseparables. Fergus (Mark Womack) pasa un tiempo en las SAS, el cuerpo de élite del ejército británico, mientras que Frankie (John Bishop) lo pasó en los paracaidistas. Tras dimitir ambos en 2004, pasan a formar parte de un equipo de agentes privados de seguridad, en Bagdad, a cambio de un salario mensual de 10.000 libras libres de impuestos. Juntos, arriesgarán su vida en una ciudad en la que reina la violencia, el terror y la codicia, sobre todo en la Route Irish, la carretera que une el aeropuerto de Bagdad con la zona internacional de la ciudad.
Tras el ligero divertimento Buscando a Eric, el cineasta inglés Ken Loach (Agenda oculta, Lloviendo piedras) y su guionista habitual, Paul Laverty, retornan a su desesperanza habitual en Route Irish, dolorosa reflexión sobre la amistad y durísima denuncia de las atrocidades cometidas en Irak por las empresas privadas contratadas por el gobierno británico. Como siempre, el guión está bien escrito, y Loach planifica con fluidez narrativa y dirige con rigor a sus actores. Pero la película se resiente mucho de su carácter artificiosamente descarnado, pesimista y panfletario. Esperemos que Loach se canse de ese discurso ideológico —ya un poco cansino—, y retorne a la comedia o al simple drama humano.