Crítica

Público recomendado: +16

En la actualidad, y en esencia, el cine de terror goza de un estimable estado de salud. Fundamentalmente porque está dominado por pequeñas productoras que invierten lo justo, pero al mismo tiempo lo suficiente como para ofrecer una de cal y otra de arena. Es decir, tan pronto proponen un producto convencional con cero interés que sorprenden a propios y extraños con una cinta diferente que reactiva el interés por un género demasiado golpeado. Una de esas pequeñas productoras tan proclives a ofrecer semejantes extremos es Ghost House Pictures, capitaneada por Sam Raimi (director de clásicos de la serie B del terror como Posesión infernal, Darkman o la más reciente Arrástrame al infierno).

De entrada, la sensación es que Sam Raimi, un cineasta muy poco escrupuloso que mejor o peor, nunca ha tenido vergüenza a la hora de hacer determinadas cosas, haya ido directamente a la saga de Expediente Warren para extraer de su modelo una nueva e hipotética serie de películas de terror. Expediente Warren, dirigida por el otro gran responsable de lo mejor que se hace actualmente en cine de terror, James Wan, era una cinta sencilla pero efectiva que, no obstante, no atesora sus mejores aciertos en su trama o en su componente religioso, sino en su puesta en escena y en su enfermiza atmósfera. Ruega por nosotros en cambio, no tiene grandes hallazgos de puesta en escena, es más, es uno de sus grandes defectos. En este sentido, es una película bastante convencional.

En lo referente a la cuestión religiosa es cierto que Ruega por nosotros pone un empeño considerable en hacerse ver como una película seria sobre la cuestión. Sin embargo, muy pronto comienzan a aparecer los tópicos (empezando por su personaje principal, un alcohólico que echó por la borda su carrera por querer hacer trampas) y poco a poco, todo el esqueleto teóricamente teológico que se ha ido construyendo con cierta templanza durante el primer cuarto de película (su atmósfera) se va convirtiendo poco a poco en una película bastante convencional que al final nada diferente tiene que ofrecer en su conjunto.

Si quieren ver buenas películas recientes de apariciones marianas vean La aparición (2018), que aquí sí que se reflexiona sobre todo lo que podría generar un acontecimiento de este calibre. Sin embargo, el truco, o la cuestión que sobresale, es al final que Ruega por nosotros es una película de terror al uso. Efectiva, sí, sobre todo para los fans del género pero que no sobresale. No hay nada que rascar en lo religioso ni en lo teológico más que nada porque al menos, a mi parecer, sus mejores y más grandilocuentes afirmaciones, en realidad están sustentadas bajo escandalosos esqueletos raquíticos. Esto es, cosas que suenan muy bien, pero con poca chicha por debajo. Lo que no quita que los que quieran pasar un poco de miedo no vayan a encontrar lo que buscan. Al final es lo de lo que se trata.

En realidad, de estos debería sorprendernos. Al fin y al cabo, se trata de la adaptación de una obra de James Herbert, un escrito norteamericano de éxito educado en una escuela católica pero cuyo fondo dramático y narrativo de su novela original parece ser que se ha ido por la chimenea de los deseos. Al mismo tiempo su director y guionista es el convencionalismo hecho cineasta. A Evan Spiliotopoulos solo le podemos encontrar en su filmografía la firma de guiones absolutamente insípidos en secuelas descafeinadas de la factoría Disney como El libro de la selva 2 o El rey león 3.

Debe ser por esto que en Ruega por nosotros uno pueda atisbar una película realmente interesante detrás de su parafernalia de circo, lo que no quita que uno no pueda disfrutar con una película de terror en la media tirando a la baja.