Crítica:

Público recomendado: Jóvenes

“Selma” es una crónica de la lucha pacífica que lideró el pastor y activista Martin Luther King, en defensa de los derechos civiles de la población negra de los Estados Unidos. La película narra los hechos transcurridos desde que el Doctor King recoge el Premio Nobel de la Paz en 1964, hasta que consigue el derecho al voto de los negros en Estados Unidos en 1968.

En ese camino pacífico, caen sin embargo muchos activistas, y en 1965 tiene lugar el Bloody Sunday, donde cientos de civiles negros fueron brutalmente atacados. Su impacto nacional por la televisión provocó una enorme repulsa, no sólo entre ciudadanos negros, sino de muchos blancos. Además fue el origen de la gran marcha por la igualdad de derechos y libertades, hasta conseguir el derecho al voto con el Presidente Johnson.

Selma es la ciudad de origen de esta marcha, de Selma a Montgomey, donde la sociedad civil se concienció y se organizó para la mayor manifestación pública en defensa de los derechos de los negros. Sin duda nos encontramos ante un documento histórico notablemente recreado, de una etapa de la historia que merece la pena recordar. El mismo Obama, el primer presidente negro, dará un discurso en Selma para conmemorar los 50 años de lucha anti racial.

En su largo reparto coral encontramos brillantes interpretaciones entre las que destaca la mujer de King, la bella Carmen Ejogo, Tim Roth y la estrella televisiva Oprah Winfrey. El papel de Luther King está interpretado con elegancia por David Evelowo. Sin embargo, no resulta del todo creíble, tal vez por su aspecto humilde y en ocasiones rozando la inseguridad, incompatible con el liderazgo enorme que tenía Luther King.

Una excelente fotografía y un guión inteligente, hacen que el montaje brille, aunque a veces resulta denso y podría aliviarse con 20 minutos menos. No ganó como mejor película en los Oscar, pero sí la Mejor Canción “Glory”, marcadamente religiosa, con su “Gloria Aleluya”, que se ha llevado además todos los premios de crítica y público del año, una emotiva pieza entre el rap y el gospel.