Crítica:
Público recomendado: Adultos
Después de destacar con películas como Incendies, Prisioneros o Enemy, el director canadiense Denis Villeneuve se consagra como uno de los grandes nombres del cine actual con este apasionante Sicario, con toda seguridad una de las mejores películas estrenadas en lo que llevamos de año.
Una joven e íntegra agente del FBI es trasladada a la zona de la frontera con México para intentar desmantelar un peligroso cartel de tráfico de drogas, responsables de la muerte de algunos de sus compañeros. Tendrá el asesoramiento de dos expertos pero moralmente dudosos agentes.
En un tema tan difícil y amplio como este, Villeneuve sale victorioso al tocar todos los aspectos del asunto: el puramente policial, las implicaciones morales y políticas, la raíz del problema y la dificultad en erradicarlo. Todo ello a través de los ojos de la agente interpretada por Emily Blunt, ajena al lugar y a los métodos, y que por lo tanto se convierte en la guía ideal para el espectador. Pero este, al igual que la joven, no podrá mantenerse al margen de lo que pasa ante sus ojos, ya que Sicario le hará tener que posicionarse moral y humanamente ante distintos males. ¿Males necesarios? Esa es la cuestión.
Y al mismo tiempo, Villeneuve incluye esta profundidad temática y riqueza de personajes en una narración perfectamente medida, ya que Sicario no deja de ser un impecable thriller repleto de tensión y suspense, con grandes secuencias de acción, una magistral fotografía de Roger Deakins y unas interpretaciones soberbias de todo el reparto, pero en especial de Benicio del Toro, en el que sin duda es el mejor papel de su carrera.
Villeneuve utiliza todos los recursos cinematográficos a su alcance para narrar maravillosamente, en un ritmo lento pero seguro, una historia que engancha al espectador de principio a fin, sacando gran partido visual de los espacios, ya que ese territorio fronterizo viene a representar los distintos límites interiores que el personaje protagonista se verá obligada a cruzar.