Crítica
Público recomendado: (+12)
Documental que aborda las experiencias de personas que apuestan por la existencia en situaciones personales muy arduas. Se trata de un envite a lo grande por la vida, donde los mayores palos vitales se convierten en ocasiones de sacar lo mejor de cada uno y plantarle cara a la adversidad con una sonrisa, que llena de asombro y desconcierto a quien lo ve.
El trabajo no destaca por su calidad técnica, lo que se confirma en los créditos, pues sus creadores, Gustavo Brinholi y Luiz H. Marques, son los principales responsables de casi todo el trabajo: la dirección, el guion, la grabación de la imagen y el sonido, la dirección de fotografía, la edición y la música. Es un documental sencillo hecho de entrevistas a cámara separadas por algunas imágenes recurso que ilustran distintos lugares y situaciones. Eso sí, lo que destaca primordialmente es la calidad humana de sus protagonistas, que aportan un valiosísimo alegato humano y vital digno de ser visto y -sobre todo- evocado cuando la vida apriete más de lo esperado. Sencillamente inspirador.
“Necesitas tener fe para sobrevivir a los muchos obstáculos de la vida”, asegura Anne, que sobrevivió a la Segunda Guerra Mundial en un campo de concentración donde fue recluida de niña. Anne afirma que “hicieron cosas horribles a la gente allí. Nos dejaron sin comida, golpearon a las mujeres, las maltrataron, hicieron lo que no se puede imaginar […] Estoy feliz de no recordarlo todo porque sería muy difícil vivir con esos recuerdos.” Y ahí está, serena y sacando adelante a su familia, donde numerosos niños campan felices a sus anchas.
La decisión vital del joven surfista Jonas Lettieri, que cuenta cómo un rayo le dejó sin brazos mientras arreglaba el tejado de una iglesia y cómo salió de su terrible hundimiento vital cayendo en la cuenta de que efectivamente se le concedió una segunda oportunidad que le pidió al cielo al sobrevivir a los 16.000 voltios que recorrieron su cuerpo: “¿Sabes qué? Voy a ser la mejor persona que conozco. […] Quiero vivir una vida increíble. Y desde ese día realmente empecé a escribir una vida asombrosa […] Mis sueños de la infancia comenzaron a hacerse realidad […] Dejé de preguntar por qué y comencé a entender el porqué de todo.”
Hay más historias asombrosas, doce en total, como la de Tônio, padre de cuarenta y dos hijos adoptados, Leandro Portela, pintor tetraplégico que ha aprendido a mirar el mundo o el empresario italiano Roberto Brazzale, que afirma con una seguridad incuestionable: “cuantos más niños haya, tanto más sana será la sociedad, más vital, más feliz y más hermosa.” Pero no hablaremos aquí de estas historias, porque nos parece más interesante que el público las descubra por sí mismo.
Un documental vitalmente impresionante, que transmite la fuerza con que la vida se abre paso ante situaciones muy complicadas. El tipo de película incapaz de dejar indiferente a quien la vea.