Crítica
Público recomendado: Familiar
Este film de animación dirigido por Tony Cervone (Space Jam, Fantástico Sr. Fox) se ha propuesto remozar a los protagonistas de Scooby-Doo, acercando a Scooby, Shaggy, Fred, Velma y Daphne a un público más púber, mientras en el ínterin nos muestran cómo se conocieron los investigadores de Misterios S.A. Hanna&Barbera, sello perfectísimamente reconocible. Pero, tras ver la peli, asaltan desoladas y desoladoras dudas. Más que aggiornamento, ¡Scooby! abandonaría, deliberadamente, la pautada fórmula de las aventuras detectivescas del perro Scooby-Doo y sus incondicionales mozos durante cinco decenios para tratar de trastocarla por entero. Traicionar nuestra infancia, en definitiva.
Con reverberaciones mitológicas mediante, con buen comienzo y lánguido decaer, nos hallamos ante una historia que nos ansía contarnos demasiadas tramas a la vez, virando en multitud de diferentes direcciones, liándose incomprensiblemente y haciéndolo todo cada vez más tedioso e ininteligible. El arranque prometía cuando Scooby y el resto de la cuchipanda debían resolver un enmadejado asunto para liberar al perro Cerbero del Inframundo. Además de evitar un apocalipsis inminente, otro misterio se iba abatiendo sobre los protagonistas: conocer fehacientemente el origen canino de Scooby, siempre en brumas.
Mientras el “3D” y la paleta de colores devienen eficaces, las gracietas Made in Hanna&Barbera saturan por momentos. Pronto nos topamos con el supervillano Pierre Nodoyuna, el perverso criminal que conocimos en la indeleble Autos Locos. Para ayudar a hacer fracasar sus diabólicos planes, Shaggy y Scooby contarán con la ayuda del Halcón Azul, un superhéroe algo camastrón, por otra parte. Superhéroes, por otra parte, como inevitable pieza de un mecano de la cultura pop, continuos guiños: delirios Netflix, Hemsworth Bros., la injusta “juez de género” Ruth Bader Ginsberg y la bellísima melodía Shallow (Ha nacido una estrella, 2018), entre otros.
Grosso modo, película inciertamente necesaria que, en el fondo nos lanza al rostro un insidioso interrogante: ¿resulta medianamente explicable la persistencia temporal y el éxito de una saga que ha pergeñado tantas películas y multitud de temporadas televisivas? Poseo mis razonables dudas.