Crítica:
Público recomendado: todos
Después de los irregulares resultados del Spider-man de Andrew Garfield, la productora Sony (actual propietaria de los derechos cinematográficos del personaje) llegó a un acuerdo con los estudios Marvel para incluirlo en su universo conjunto de súper héroes fílmicos. Así, el nuevo hombre araña fue brevemente presentado el año pasado en Capitán América: Civil War, y ahora nos llega su primera aventura individual.
Homecoming cuenta cómo Spider-man intenta ganarse la confianza de Tony Stark para ingresar en los Vengadores. Sus esfuerzos por ayudar se suelen volver en su contra, y todo se complica cuando entra en escena El Buitre, un villano que pretende robar la tecnología y las armas de Stark.
En esta nueva versión no nos cuentan el origen del personaje, ni siquiera en forma de flash-back. Es entendible si tenemos en cuenta que tanto Sam Raimi como Marc Webb nos mostraron ya la famosa picadura de la araña radiactiva y el asesinato de tío Ben. Pero lo que sí resulta extraño es que no haya ni una sola mención al tío Ben, ha desaparecido completamente del relato iniciático de Peter Parker. Su papel en la historia (transmitir a Peter el sentido de la responsabilidad que debe asumir al crecer) se adjudica a Tony Stark, alias Iron Man, que en lugar de hacerlo con la famosa frase “un gran poder conlleva una gran responsabilidad”, lo expresa de esta otra manera: “Si no eres nadie sin el traje, no deberías llevarlo”. Hasta ese momento, Peter se ha tomado su papel de súper héroe con algo de frivolidad adolescente. En en este momento cuando asume una actitud diferente.
El cambio en un elemento tan fundamental en la historia del personaje parece desacertado, no solo por una fidelidad al original, sino porque el estrecho vínculo familiar con el tío Ben y lo trágico de su muerte a manos de un criminal que Peter dejó escapar (entendiendo así que no sólo sus actos, sino sus omisiones, tienen consecuencias) no encuentra su equivalente en la guía del caprichoso millonario interpretado por Robert Downey Jr. Por otro lado, ¿no resulta algo contradictorio que Stark se muestre en esta película tan protector con Peter, después de que en Civil War lo expusiera a una batalla de súper héroes?
Por lo demás, se puede decir que la película ofrece el acostumbrado cóctel de acción, humor (quizás demasiado) y efectos espectaculares de la casa Marvel. La película divierte en todo momento, si bien en contadas ocasiones ofrece algún atisbo de dramatismo o de auténtico desafío para el personaje. La trama principal se reduce a que Spider-man evite un robo y no hay vidas en riesgo inmediato, lo cual hace que el espectador no se involucre demasiado emocionalmente.
Tampoco parece buena idea el traje repleto de gadgets tecnológicos que Stark le fabrica a Parker. Spider-man siempre ha sido un personaje que, aparte de sus poderes, tenía que valerse de su inteligencia, valor y conocimientos. Convertirlo en una versión híbrida de Iron Man no se ajusta a esta característica, aunque proporcione diversos momentos cómicos. Bien es cierto que en el tramo final precisamente Stark le despoja del traje para que Peter aprenda el valor de sus propias facultades, pero parece que los autores de la película no han confiado tanto en que el personaje puede ser atractivo sin esos aditivos tecnológicos.
En la balanza positiva hay también que añadir las interpretaciones de Tom Holland, Marisa Tomei, y sobre todo Michael Keaton, que ofrece un carismático villano con interesantes apuntes de tipo social (un industrial que se rebela ante los manejos de los ricos y poderosos como Tony Stark).
En definitiva, un entretenimiento ligero para el verano, que ofrece luces y sombras en el retrato de un personaje mítico. Confiemos en que Marvel afine el trazo en la próxima película del trepamuros.