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Spider

Caratula de "Spider" (2019) - Pantalla 90

Crítica

Público recomendado: +18

Andrés Wood tendió una trampa. Lo curioso es que lo hizo para sí mismo: un retrato de aquello que condena, y resultó uno de aquello que defiende.

Araña (Wood, 2019) es un thriller político chileno cuyo lema deja la sentencia bien clara: “el pasado está siempre presente”. Estructurada por lo tanto en dos bloques de tiempo, pasado (Chile, 1971) y presente (Chile, 2019), la cinta cuenta la historia de tres personajes, dos chicos y una chica, pertenecientes al Movimiento Patria y Libertad, un grupo nacionalista, fascistoide, criminal, anticomunista que surge durante el gobierno de Allende, que apenas se muestra. En un ir y venir de un tiempo a otro, se revelan las fechorías cometidas entonces y que ahora, en el presente, procuran tapar o ignorar. Es la estampa del presente de una élite blanca, privilegiada, empresarial, adinerada y culta, con un pasado (¡que no es tal porque “está presente”!) de conspiraciones, golpizas, incendios, asesinatos, en fin: gente cruel, malvada, vesánica, abyecta, despreciable, infame, perversa, inicua, corrupta, viciosa, pérfida, ruin, réproba, vil, canalla, granuja, miserable, siniestra y desalmada, el subrayado es del director.

Wood cuenta este pasado (¡… que no es tal!) desde el punto de vista de los villanos, en el intento por adentrarse en sus procederes, como si crease un bosquejo policial para advertir a la sociedad lo que J.M. Coetzee en Esperando a los bárbaros: que ya están entre nosotros, y siguen siendo lo peligrosos que eran, que han sido siempre. Cinta incómoda, no necesariamente por lo que muestra en pantalla sino porque en su estructura y puesta en escena pareciese no estar del todo bien consigo misma, como si se supiese mal vestida y no pudiese concentrarse en llegar adonde quiere, en hacer lo que venía a hacer porque está distraída ajustándose la rotura en las medias.

Wood cayó en la trampa, y sin embargo puede que le venga bien más adelante, al mirar atrás. Es la trampa del sofista: al presentar la película ha expresado su apoyo a lo que sucede hoy en Chile y añadió que en esta podía verse a la luz de esos hechos, y casualmente sus personajes llevan a cabo revueltas callejeras idénticas a las que se dan hoy en su país. Es decir, el mismo hecho —hacer arder la calle— puede condenarse o no al depender de si quienes incendian son de izquierdas. Y al tirar del hilo de aquellas medias, el comportamiento de los personajes resultaría, descontextualizado, indiferenciable del de grupos comunistas. En este sentido Wood ha logrado muy a su pesar un espejo, pequeño, de bolsillo; para que todo totalitarista se mire en la intimidad.

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