Crítica
Público recomendado: +18
A ver, empecemos por el principio. Spiral: Saw es lo que ahora se ha venido a llamar reboot, es decir, un borrón y cuenta nueva. Al menos en apariencia. Esto suele ocurrir cuando a los responsables de una saga se les agotan las ideas y ya no saben cómo seguir estirando el chicle. Pero aún así, resulta que son películas baratas y que, a su manera, no dejan de ser rentables. Por poner un ejemplo, Saw VIII costó unos diez millones de dólares y recaudó en todo el mundo más de cine. Blanco y en botella.
Otra cuestión es qué puede atraer a tanta gente a ver una saga como la que nos ocupa que, salvando la primera, y con sus reservas, no es más que un retorcido juego bastante malsano que se poya únicamente en el placer de contemplar el sufrimiento de un extraño. En este sentido, en su esencia, este Spiral: Saw no ofrece demasiadas diferencias con respecto a la película original salvo, en todo caso, desprenderse de su inquietante punto de partida para convertirla en su conjunto en una película mucho más convencional. Con sangre, gore y mecanismos enfermizos sí, pero también más reconocible y al mismo tiempo más de lo mismo.
Cuando arranca Spiral: Saw uno no puede evitar acordarse de Seven que, en realidad, es una película que también influyó mucho en el Saw original, aunque ésta le diera una vuelta de rosca más en lo truculento. Puede que, debido a esto, la película de Darren Lynnn Bousman se antoje menos indigesta que la inmensa mayoría de las secuelas de la saga, quizá porque juega a crear personajes y a crear una atmósfera, aunque ambos conceptos no dejen de ser de cartón piedra.
Detrás de Spiral: Saw está un viejo conocido de la saga, Bousman lleva metido en este mundo de Saw II que dirigió él mismo, pasando también por Saw III y Saw IV con lo que fue ganando cierto “prestigio” (muy entrecomillado) dentro del género donde ha seguido haciendo películas de escaso o como mucho, discutible interés. Es por esto que la presencia de un viejo zorro como Bousman, por más que se disfrace la apariencia inicial de la cinta, al final terminará ofreciendo más de lo mismo por mucho que maree la perdiz. Ni siquiera la presencia de Samuel L. Jackson, más anecdótica que significativa, consigue mantener en pie una propuesta cuyos andamios llevaban años carcomidos.
No hay que olvidar, que al final Spiral: Saw es un vehículo de lucimiento de Chris Rock (además de protagonista, productor ejecutivo del título que nos ocupa), antaño estrella del cine de humor que ahora busca como relanzar su carrera cambiando drásticamente de registro. Rock, en sí mismo no es un inconveniente, y desde luego, tampoco Jackson que logra eclipsar la pantalla cada vez que aparece en ella. Pero el tono general a película de serie B con actores de segunda y la sensación constante de que se quiere estirar el chicle más allá de lo tolerable supone un inconveniente, al menos para los que estamos un poco aburridos de ver siempre lo mismo.
Ni que decir tiene que Spiral: Saw continúa siendo una película prohibitiva por sus imágenes de violencia de modo que mucho ojo con esto. Pero es verdad, y esto hay que reconocerlo, a sus fans seguramente les encantará. Al resto nos dará un poco igual. Y a los que ya la odiaban seguirán por el mismo camino. Es decir, que al final, más de lo mismo.