Crítica:

Público recomendado: jóvenes

1940, en plena Segunda Guerra Mundial. El bombardeo de Londres por la Luftwaffe está causando un gran número de víctimas entre la población civil. La ciudad vive bajo el terror y el desánimo está apoderándose de todos. El departamento de cine del Gobierno británico se propone crear un film que conmueva, avive el sentimiento patriótico y, sobre todo, que levante los ánimos por encima del ambiente reinante de pesimismo y desafección. Lo primero es encontrar una historia potente que llegue a los corazones, especialmente de las mujeres. En la zona en conflicto, un número cada vez mayor de hombres eran enviados al frente y quienes se quedaban -básicamente mujeres, niños y ancianos- necesitaban algo que les levantase la moral. Pero de manera muy especial, la película va destinada a las mujeres estadounidenses, para que animen a los hombres a participar en la guerra.

Así llega la gran oportunidad para Catrin Cole, una joven escritora que debe trabajar a las órdenes del guionista Tom Buckley. Ella es la encargada de dar un «toque femenino» a los diálogos. Paulatinamente, Catrin irá ganándose un prestigio por su creatividad, su fina escritura y su buen trabajo hasta convertirse en una pieza esencial para crear una gran película e inspirar a toda una nación.

Su mejor historia ofrece un punto de vista distinto y original sobre algunos episodios de la Segunda Guerra Mundial tan frecuentemente tratados en el cine, como el bombardeo de Londres o la batalla de Dunkerque. Y sin duda eso atrapa al espectador. Pero, además, Lone Scherfig profundiza en la historia humana de unos personajes que se van haciendo más interesantes a medida que se avanza en la trama. El desarrollo personal y profesional de Catrin Cole permite a Lone Scherfig hacer referencia al ambiente social de la época, que tenía relegada a la mujer. Vemos las dificultades de Catrin para abrirse paso en el mundo laboral -por igual trabajo va a cobrar un salario inferior al de un varón-, para que se reconozcan sus capacidades y aptitudes y para que se tengan en cuenta sus opiniones.

El guión es bueno y Lone Scherfig hace un buen trabajo jugando con el cine dentro del cine. Rinde también homenaje a todo ese mundo de guionistas y escritores que se mueve detrás de las cámaras para elaborar una buena historia que llegue a la pantalla, y es, además, un canto de amor al séptimo arte, a su capacidad de hacer vibrar al espectador, de distraer y dar consuelo y también de generar opiniones. Los actores están magníficos. Por supuesto Gemma Arterton en el papel protagonista, pero también Sam Claflin, Bill Nighy y el resto del elenco. En conjunto, una buena película que no defrauda.