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The Amazing Spiderman

The amazing Spiderman 

Publico recomendado: Jóvenes 

Han pasado cinco años desde que se estrenó Spiderman 3, la última entrega de la trilogía dirigida por Sam Raimi e interpretada por Tobey Maguire. Tras haber recaudado unos 2474 millones de euros, una media de 825 millones por película, los mismos productores han decidido reiniciar la Saga. Ahora el superhéroe vuelve al cine bajo una mirada nueva, la del director Marc Webb (500, días juntos, 2009) y bajo un rostro nuevo, el del actor Andrew Garfield (La red social, 2010). En conjunto, resulta una obra muy en la línea de las anteriores, es decir, una película comercial de calidad que ni está vacía ni resulta infantil. Además, presenta varias diferencias, especialmente narrativas y referentes al pasado de Peter Parker que requieren cierta atención. 

La trama principal cuenta la historia de Peter Parker un estudiante de secundaria que, por extrañas razones, fue abandonado por sus padres en casa de su tío Ben (Martin Seen) y de su tía May (Sally Field). Como todo adolescente Peter trata de descubrir quién es y qué le gustaría ser de mayor. Un día de repente, descubre un misterioso maletín que le lleva a buscar cualquier dato nuevo para entender realmente quiénes fueron sus padres. Esta búsqueda le conduce hasta la empresa Oscorp y hasta el Dr. Curt Connors. Allí una pequeña araña modificada genéticamente otorga unos poderes especiales a Peter, convirtiéndole así en Spiderman. Y de esta forma un imprevisto acelerará la maduración de un joven que, en esta ocasión, es más similar aún a los adolescentes (de edad y de mente) actuales que en las versiones anteriores. En cuanto a los temas que afronta la película nos encontramos con: la habitual alusión a la responsabilidad como pieza clave del crecimiento personal, el concepto de sacrificio y entrega dejando claro que para que sea público debe darse interiormente, el destino social de los dones recibidos también cómo método para descubrir la propia identidad y la presencia del mal en todo proceso de maduración, que más que anular la humanidad fuerza al sujeto a una elección. Imposible resulta detenerse en cada uno de los aspectos citados. Sin embargo, citar al menos uno de ellos: o Peter se deja determinar por la relación con su tío Ben que responde a la herida de sus padres o bien por sus sombras, reacciones y aciertos. De ahí la necesidad del sacrificio de su tío. En esta entrega no se nos muestra tan sólo que Peter podría haber evitado esa situación tan trágica sino que el dependiente de una sencilla y humilde tienda quizás pudiera haber evitado todo tan solo por un par de céntimos. Interesante cómo se incluye a un trabajador sencillo y exento de poderes especiales (un reclamo directo al espectador atento) en la responsabilidad del bien del otro y del bien del mundo. 

En cuanto a las novedades respecto a la saga anterior, cabe destacar que no aparece Mary Jane Watson, pero sí Gwen Stacy, el primer amor de Peter Parker, interpretado por la actriz Emma Stone (Criadas y Señoras, 2011). Acertada también es la incorporación de Martin Seen (Ben) y de Sally Field (May) que interpretan a los tíos de Peter. El villano corre de la mano del inglés Rhys Ifans (Anonymous, 2011), que interpreta al Dr. Curt Connors, y que resulta ser una pieza más para ahondar en el pasado del padre de Peter. Notable alto para el protagonista tanto por su interpretación llena de matices como para el casting de un actor con apariencia de delgaducho e intelectual. Por lo tanto, un Spiderman fiel al cómic, en cuanto a su construcción más íntima, que lo presentan arropado de unos secundarios de alto nivel. 

Esta nueva mirada sobre Spiderman parece tocar las teclas adecuadas para mejorar la calidad de sus predecesoras, como por ejemplo: profundizar en el misterio que rodea a los padres de Peter Parker, lo que lleva a contar sus orígenes con la intención clara de revitalizar la franquicia sin perder de vista la esencia del héroe, lo mismo que hicieron con Batman en Batman Begins (2005) y con James Bond en Casino Royal (2006). Pero “contar los orígenes” de cualquier personaje nos lleva a un terreno no apto para cualquier creador o narrador de historias. ¿Cómo es posible que alguien cuente los orígenes de algo o de alguien si no ha hecho previamente un trabajo personal al respecto? No olvidemos que todo creador refleja en su obra aspectos de sí mismo que a veces resultan misteriosos hasta para el mismo creador. Este ejercicio creativo de reflejar la humanidad del creador en sus creaciones no finaliza con la obra terminada, continua en el espectador. Se mantiene latente el acto creativo de por vida, esperando un sujeto (espectador) dispuesto a dejarse reflejar. Y para ello basta con ser fiel a ese conjunto de deseos y exigencias que conforman nuestra humanidad y que se encuentran en un lugar de nuestro “yo” bastante anterior a cualquier preferencia religiosa o política. Pero, ¿sucede esto también con los superhéroes? 

Los superhéroes nacieron hace ya más de medio siglo, quizás como medio de evasión, pero rápidamente se puso de manifiesto que eran referentes donde se reflejaba lo humano. Y eso es lo que ha permitido su éxito y su vigencia. En lo que a Spiderman se refiere fueron Stan Lee, uno de los más famosos guionistas de cómics de todos los tiempos, y Steve Ditko, un dibujante especializado en seres misteriosos los que dieron forma al Hombre Araña allá por 1962. Del cómic saltaría pronto a los dibujos animados, más tarde a las series de televisión de imagen real y, por último, a los videojuegos y al cine. Pero en cualquiera de sus formatos siempre se han respetado dos asuntos vitales para Spiderman: por un lado, que se trataba de un adolescente normal con todo lo que esto implica y no de una especie de semidios; y por otro lado, que las tramas llevaban al personaje siempre a un proceso de aprendizaje y crecimiento personal donde el concepto de identidad (¿quién soy?) terminaba siendo el punto de convergencia de todo. Los creadores de esta nueva saga capitaneada por el director Marc Webb (500, días juntos, 2009)  y los guionistas James Vanderbilt (Zodiac, 2007) y Steve Kloves (Saga Harry Potter), son conocedores y han sabido respetar estos pilares del mundo arácnido. Sin embargo, parecen haberse guardado datos relevantes sobre la infancia del protagonista para nuevas entregas. Probablemente, este gesto no disminuya los ingresos de taquilla esperados pero denota un estilo alejado de lo que Christopher Nolan ha hecho con la saga Batman, porque hablemos claro, Nolan fue el primero en atreverse a mirar hasta el fondo a nuestros superhéroes, sin guardarse nada. Y por esta fidelidad a su propia humanidad Nolan ha hecho a Batman más realista, más cercano a nosotros, y por lo tanto, más imitable. Y por eso que Dios reparta justicia…y Hollywood varios Oscars. 

The Amazing Spiderman, nos abre un camino nuevo en torno al Hombre araña que seguiremos gustosos sobre todo si mantiene siempre como criterio la fidelidad a la esencia del cómic que no es más que la fidelidad a nuestra propia humanidad. 

Carlos Aguilera Albesa

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