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The chain

Caratula de "The chain"

Crítica

Público recomendado: Adultos

Si cogemos la premisa de El club de los suicidas de Robert Louis Stevenson y extrapolamos su contenido al cine, veríamos que gran cantidad de directores basaron sus intrigas en la obra del autor de La Isla del Tesoro. Stevenson jugaba a ser Allan Poe con este libro de suspense, macabro y con momentos de auténtico terror, creando una obra absorbente que ha influenciado de sobremanera al cine. Si le añadimos unos toques de thriller psicológico, al más puro estilo Cisne Negro, Shutter Island o incluso Memento, obtenemos la obra que el español David Martín Porras nos presenta: The Chain. Las insuflas de jugar con la mente del espectador, hacerle partícipe de las propias dolencias de los protagonistas y ofrecerle un giro final al más puro estilo Shyamalan, es un fenómeno que lleva un tiempo predominando en nuestro cine: desde Mindscape, pasando por la Regresión de Amenábar y acabando con las películas de Oriol Paulo, el nuevo exponente español de cine de miesterio. Y es que son ya michos los que apuestan por proponer tramas más propias del cine norteamericano que, si bien son atractivas, podríamos acabar perdiendo la identidad de nuestra propia producción cinematográfica.  En este caso, con un reparto internacional, Martín Porras nos presenta una trama bien hilada, con suficiente misterio como para atrapar al espectador y con los errores propios de un director aun novel.

La trama es la siguiente: un joven ha heredado la misma enfermedad degenerativa que su padre y decide poner fin a su vida, uniéndose a una red de suicidios. Lo que no sabe es que la red le obligará a acabar con la vida de otra persona, antes que la suya. Visto de lejos parece una vuelta de tuerca de la película de humor española El club de los suicidas, inspirada en la obra de Stevenson pero nada más lejos de la realidad: conforme avanza el argumento y van saliendo los temas, nos damos cuenta que estamos ante un película que aborda cuestiones controvertidas y que pocas veces se han tratado en pantalla con tanta contundencia. El componente de intriga añade un atractivo, y es que Martín Porras posee una muy buen mano para manejar el suspense y crear atmosferas misteriosas y opresivas. Uno acaba intuyendo que está ante una versión light de Mullholland Drive menos intrincado y más abierto al gran público. Una de las bazas de la película es que no es frívola con los temas abordados ni hace un uso extremadamente sensacionalista de la enfermedad: el director es honesto con sus intenciones y no da discursos morales y éticos baratos.

Las actuaciones son muy decentes, destacando las interpretaciones del joven John Patrick Amedori y de la desaparecida Neus Asensi, muy convincente en su rol. Siempre es de agradecer la presencia de actores con historia y la de Ray Wise, el mítico padre de Laura Palmer, no es menos. Técnicamente es competente, hecha con arreglo y elegancia, con un montaje sobresaliente.

En resumen: una película de intriga que peca al querer tratar demasiados temas, pero consigue salir airoso gracias a la buena mano del director para sostener una intriga bien hilada y atmosférica.

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