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The Hateful Eight

Caratula de "" () - Pantalla 90

Crítica:

Público recomendado: Adultos

The Hateful Eight es lo nuevo de Tarantino. En su octava película, el director de Pulp Fiction y Reservoir Dogs trae una película que sigue la línea de sus últimas producciones, Malditos Bastardos y Django: Desencadenado, saliendo del tono urbano que tenían sus primeras producciones y entrando en mundos particulares y fantásticos.

Estos mundos, cargados de una magia que da un paso más allá del Tarantino convencional, no dejan de pertenecer al mundo disparatado del singular director. En esta ocasión, Tarantino nos lleva a un páramo desértico durante una helada. Un grupo de viajeros perdidos acabará confluyendo en un mismo punto: un refugio en medio de la montaña. Allí se desatará una trama de sospecha e intriga, donde nadie sabe quién es quién y de qué lado está cada uno.

La película sigue un ritmo dispar: en un primer momento puede hacerse cansada y lenta, aunque depende de gustos particulares: la presentación de los personajes corre a cuenta de diálogos tarantinescos, largos e ingeniosos. Hay que estar dispuesto a disfrutar estos diálogos. En una segunda parte, la película da un giro hacia el suspense y empieza un poderoso crescendo que desestima cualquier duda que se tuviera acerca de la película en su primera mitad.

La película está cargada de personajes emblemáticos, quizá no tan singulares como los que Tarantino ha demostrado poder crear en otras entregas. Aun así, la fuerza de la que estos dotan a la película, a sus escenas, a sus diálogos, miradas y silencios, es innegable. Y en esto juegan las brillantes interpretaciones llevadas a cabo por el nutrido elenco, que incluye a Samuel L. Jackson, Kurt Russel, Tim Roth o Michael Madsen, entre otros.

En esta película, encontramos un Tarantino en su tónica que roza el exceso. Un exceso al que ya era difícil llegar, pues si algo es el cineasta es excedido: sus películas siempre están protagonizadas por sangre, violencia y toda una factoría de locuras. En The Hateful Eight, hay excesos en los que el director no se había movido antes, que pueden dividir a los espectadores en la confusión, generando detractores y admiradores. En cualquier caso, por mucho o poco exceso, Tarantino sigue siendo Tarantino. Su impronta personal sigue entreviéndose, su capacidad de narrativa, gestada en tinta y llevada a imagen, no deja de sorprender y, al mismo tiempo, de resultar familiar.

Con un buen desarrollo de los acontecimientos, buena caracterización de personajes, tensión muy bien administrada y sorprendentes giros, además de una interesante fotografía y una poderosísima banda sonora gestada por Morricone, The Hateful Eight se convierte en una delicia o en algo repulsivo. Como siempre, el cine de Tarantino está supeditado a lo que el espectador está dispuesto a conceder. Lo que el director crea no dejan de ser genialidades, demostrando mantener un estilo personal que perdura de forma fantástica a lo largo de los años, madurando hacia variadas orillas.

Por otro lado, si hay algo que escasea en el cine de Tarantino, es el realismo. La humanidad no existe en sus personajes. Sabiendo esto, podemos pasar a degustar la humanidad que sí se deja entrever a través del director mismo y los modos en los que se deja plasmar en su obra. Tarantino resuena por las paredes de la cabaña donde “los odiosos ocho” se reúnen. Resuena en las palabras, por debajo de ellas, y tras los créditos. Se deja ver, y no deja de resultar fascinante.

The Hateful Eight resulta entretenida, sorprendente y no caduca, por muy efímera que pueda resultar su condición de divertimento. Una película que, sin duda alguna, merece la pena ver. Aunque, también sin ninguna duda, la nueva entrega no supera las anteriores de Tarantino, sí se sitúa en un terreno en cierto modo novedoso dentro del recorrido del autor. En cualquier caso, The Hateful Eight no defrauda a quien esté dispuesto a adentrarse en los esquemas particulares del mundo de Tarantino.

Un apunte: la versión que el director quiere que sea visionada incluye el formato en 70mm con el que fue rodado, y minutos adicionales de metraje, que incluyen obertura e intermedio. En España, solo una sala de Barcelona ofrece esta posibilidad, y no deja de ser una opción recomendable.

 

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