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The Host

The Host (La huésped) 

Público: Jóvenes

Andrew Niccol, guionista de El show de Truman (1998)  o de La Terminal (2004) y director de películas como Gattaca (1998) o In Time (2011), ha sido el encargado de la adaptación de otra novela de Stephenie Meyer, creadora de la Saga de Crepúsculo (2008-2012); el resultado, una película de ciencia ficción con algún momento interesante y valioso, pero que resulta una historia fallida en su conjunto; aunque original no ha conquistado ni a público ni a crítica como se esperaba, especialmente, por parte de Open Road Films cuando adquirió los derechos de adaptación al año siguiente de su lanzamiento en librerías. 

El planeta Tierra ha sido invadido por una especie alienígena no hostil llamada “almas” que son como bellas amebas del tamaño de dos manos abiertas que simulan, de alguna forma, la estética de las semillas del Árbol de las Almas en Avatar (2009); sí, esas que impidieron a Neytiri disparar a Jake en su primer encuentro. Acostumbrados a una suplantación “sin dificultades” en otros planetas, los almas descubren que los humanos, especialmente aquellos más rebeldes, se resisten y se mantienen “vivos” dentro de sus cuerpos, a pesar de la suplantación. Entre la resistencia humana hay una joven, Melanie Stryder (Saoirse Ronan), que es atrapada por los alienígenas capitaneados por La Buscadora (Dianne Kruger); Melanie se resistirá a su invasora, un alma llamada Wanda. A partir de ese momento los alienígenas tendrán la ocasión de vivir en primera persona los sentimientos y las emociones humanas, lo cual originará una serie de acontecimientos inesperados que darán juego para que la autora mueva a sus personajes a gusto y disfrute.

Adaptar una novela de Stephenie Meyer parece tener una serie de impuestos visuales y narrativos, que definen, quizás, el sello de la autora: la necesidad de dos varones que se debaten por la “misma” mujer, la creación de amores adolescentes cuasimposibles, la integración del diferente o la presencia de razas y especies distintas a las humanas pero que convivan(o luchen) con ella; bien sean licántropos, vampiros o, en este caso, alienígenas.  Cuando al éxito de una novela se le añaden los factores anteriormente descritos nace la pretensión de generar una Saga tipo Crepúsculo al precio que sea. En este caso, la película mantiene el tipo con cierta dificultad aunque abre y apunta senderos que bien podrían habernos dado otro resultado más alejado de lo comercial y más cercano a esas obras que con el tiempo mejoran, visión tras visión. En resumen nos encontramos ante un guión sometido a la pretensión Meyer, con unas interpretaciones solo destacables por la fabulosa Soairse Ronan y por unos secundarios de lujo como William Hurt y Frances Fisher, no muy bien aprovechados. Por otro lado, la estética de la película está bastante conseguida haciéndonos creíbles la escenografía simplista tipo Gattaca, que supongo habrá sido clave para contener el presupuesto que ha terminado siendo de unos 44 millones de dólares.

Temáticamente hablando resulta interesante cómo volvemos a intentar distinguir, como si de un bisturí se tratase, lo que nos hace verdaderamente humanos de lo que no; recordando temas ya vistos en películas como Gattaca (donde existe un factor en lo humano que sobrepasa la genética) o en Invasión (2007), (donde la emoción es signo distintivo de lo humano). En esta última, Invasión, protagonizada de manera especialmente lograda por Nicol Kidman, la suplantación se producía durante el sueño nocturno, que de alguna forma es una simbología muy interesante, pues presentaba a sujetos tan dormidos a toda emoción que parecían haber perdido lo característico de ser humanos; dormirse equivalía a ser invadido. Y esta parece ser la clave más interesante de este tipo de películas, presentarnos factores externos a la persona (invasión alienígena, con la apropiación de cuerpos vivientes; o experimentos humanos en laboratorios que provocan la aparición de los zombies; tan de moda actualmente por la serie The Walking Dead); factores externos a la persona que nos muestran, justamente tras la invasión o el contagio, a un sujeto presente pero ausente, sin protagonismo, un humano sin lo humano, con características que por otro lado nos recuerdan a comportamientos que muchos humanos adoptan sin haber sido ni invadidos ni contagiados; de tal forma que la mezcla de humanos con alienígenas (o zombies) nos crean el espacio perfecto para una reflexión sobre lo que es realmente el ser humano. Intuyo que esta fue la razón por la que Niccol escogió esta historia.

La temática de fondo de The Host presenta luces y sombras que hay que diferenciar con cuidado. Por un lado, tenemos una supuesta propuesta pro-vida y pacifista, en donde la armonía entre las distintas razas (invasora e invadida) resulta objetivo común y deseable; cuando dicha invasión implica la pérdida de la libertad y de la consciencia del sujeto. Y por otro lado, al llamar “alma” a los seres invasores, resulta en ocasiones torpe (si es que no es intencionado el disparo) por apuntar que el ser humano no es una unidad indivisible de cuerpo y alma sino que más bien está definido por un dualismo (donde cuerpos y almas se intercambian a placer) lo cual que huele a guerras del pasado ya bien superadas… No obstante, este disparo del dualismo de Platón, intencionado o no, no parece que alcance al espectador común que disfruta de la película sin más; lo cual, no significa dejar de resaltarlo y mostrar que estamos bien despiertos, vaya a ser que alguien nos vea tan dormidos que decida suplantarnos…

Carlos Aguilera Albesa

  

Ficha técnica:

The Host (La huésped)

Dirección y guión: Andrew Niccol, basada en una novela de Stephenie Meyer, creadora de la saga Crepúsculo.

USA,  2013

Duración: 125 min.

Género: Ciencia ficción

Intérpretes: Saoirse Ronan (Melanie Stryder y Wanderer/Wanda), Max Irons (Jared Howe), Dianne Kruger (La Buscadora), Chadler Century (Jamie Stryder), William Hurt (Jeb Stryder), Frances Fisher (Maggie Stryder) y Jake Abel (Ian O´Shea).

 

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