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Tiempo después

Caratula de "Tiempo después"

Crítica

Público Recomendado: Adultos

El director albaceteño José Luis Cuerda (1940) retoma el humor surrealista en su nuevo película, Tiempo después, para la que ha contado con una retahíla notable de actores españoles, encabezados por Roberto del Álamo y Blanca Suárez: Antonio de la Torre, Carlos Areces, Nerea Camacho, Miguel Herrán, Secun de la Rosa, Manolo Solo, Gabino Diego, Joaquín Reyes, Raúl Cimas, Miguel Rellán, Berto Romero, María Ballesteros, Pepe Ocio, Daniel Pérez Prada, César Sarachu y Arturo Valls.

Una voz en off —posiblemente la de Cuerda— abre esta historia esperpéntica: «En el 9177, mil años arriba, mil años abajo —que tampoco hay que pillarse los dedos con estas minucias—, el mundo entero (y según algunos, el universo también) se ha visto reducido a un solo Edificio Representativo y a unas afueras cochambrosas habitadas por todos los parados y hambrientos del cosmos».

Entre estos pobladores, se encuentra José María (Roberto del Álamo: Valentín, Días de fútbol, La piel que habito, Que Dios nos perdone…), única persona del miserable poblado que intenta vender la limonada que elabora en el único edificio de la zona (copia de las Torres Blancas, del arquitecto Sáenz de Oíza), donde conviven en sus habitaciones oficios distintos (3 de cada clase), el alcalde y su séquito, una pareja de policías municipales, un almirante con varios militares, una pareja de la Guardia civil —la única que queda, formada por el superior y un guardia inglés— y un caprichoso rey.

Esta fauna elabora sugerentes e histriónicas peroratas donde caben referencias y alusiones hilarantes, contradictorias y sin sentido, que nos hacen valorar el humor absurdo, a veces de trazo grueso, que ha pergeñado su guionista, el propio José Luis Cuerda. Dentro de este talante reivindicativo hay críticas mordaces contra el clero (Antonio de la Torre, en plan cura trabucaire, rifle en mano, contra los desheredados), la monarquía (un rey con deje inglés que adjudica caprichosamente un crimen a quien no lo ha cometido…), los militares y las fuerzas del orden…

La ironía de Cuerda pasa revista también al resto de habitantes del rascacielos, que tiene como fondo el Monument Valley (el Valle de los Monumentos), de Estados Unidos, para hacer más gamberro y desquiciante este moderno patio de Monipodio, en el que los jóvenes del lugar cultivan el egocentrismo, velándolo con patina de citas de filósofos modernos (Hegel, Marx…), pero incapaces de apoyar las  reivindicaciones de los proletarios del lugar.

Pero es entre sonrisas, frases atrevidas y parlamentos histriónicos, donde Cuerda plantea la crítica al liberalismo capitalista al que acusa de fagocitar todo tipo de propuestas reivindicativas del, según él, proletariado, para confinarlas, empaquetarlas y guardarlas “al frío del refrigerador”, dirá su protagonista principal. Y vuelta a empezar.

En este trasiego, el realizador de El bosque animado, Amanece que no es poco, Así en el cielo como en la tierra, tres de sus obras humorísticas surrealistas, se olvida de poner la mirada en otras corrientes ideológicas, como el comunismo, en sus diversas acepciones, que se han llevado por delante a cientos de millones de personas en los siglos XX y en el actual.

Con todo, Tiempo después, es una película original por su puesta en escena y por cómo aborda la convivencia humana en sus estratos, destilando humor provocador.

 

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