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Transformers: El último caballero

Caratula de ""

Crítica:

Público recomendado: jóvenes

Nos llega la quinta película ya de la saga Transformers, basada en los juguetes de Hasbro y en la serie animada que generaron. Una entrega que muestra inequívocos signos de agotamiento, no sólo ya creativo, sino también comercial.

El planeta Cybertron se aproxima a la Tierra para absorber su energía vital. El único modo de salvar el planeta es a través de un cetro de poder que ciertos Transformers de la Edad Media dejaron en manos del Mago Merlín.

Lo mejor que se puede decir de El primer caballero es que es absolutamente fiel a la saga Transformers y al estilo del director que ha dirigido cada una de sus entregas, Michael Bay: esteticismo publicitario, montaje frenético que apenas permite vislumbrar qué ocurre en las escenas de acción, humor infantil y acumulación de estímulos visuales y sonoros para abrumar al espectador. Para los seguidores acérrimos, pues, esta nueva entrega es todo un banquete. Para los no iniciados se hace difícil acabarla.

Aunque quizás la trama sea lo de menos, en esta ocasión los guionistas (encabezados por Akiva Goldsman, recordado por las nefastas películas de Batman de Joel Schumacher en los 90) han pergeñado una mezcla ciertamente pintoresca, en que se mezcla la leyenda artúrica con la teoría del continente único, Stonehenge… todo para que, al final, el esquema básico sea calcado al de la primera película. Para dar una pátina de credibilidad al asunto, se ha contratado a Anthony Hopkins para un papel secundario, y el actor inglés parece ser el que más se divierte de todo el reparto a partir de no tomarse demasiado en serio lo que dice.

Es de agradecer que Bay tenga el sentido del humor para auto-parodiarse en un par de momentos que son posiblemente los mejores de la película. También algunas pinceladas de humor algo más elevados (todo lo referente a los Transformers refugiados en Cuba, por ejemplo). Es precisamente cuando la película no se toma en serio a sí misma cuando mejor funciona. Pero el conjunto, que empieza resultando vistoso y entretenido, acaba aturullando en un torbellino de acción y efectos especiales, donde resulta difícil adivinar qué está pasando, y dada la larga duración, tampoco es que ya te importe demasiado.

 

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