Público recomendado: Jóvenes y adultos
Cheyenne es una apagada estrella de rock que vive lujosamente en Dublín gracias a su glorioso pasado y a sus actuales inversiones en bolsa. Los excesos de su gloria le han pasado factura. Ahora, con su maquillaje entre lo glam y lo gótico, se arrastra junto a un carrito de la compra o una maleta por todas partes. Su vida, al borde de la depresión, no le impide ocuparse de la gente de su alrededor, pero esto, en gran medida, es debido a la mujer con la que lleva casado 35 años (Frances McDormand). Gracias a ella, no tiene la pose ni el cinismo del pasado de rosca. Tras un bello piropo de esta, responde: “No es verdad, pero gracias por decirlo”.
Sorrentino, con comentarios inteligentes, fina ironía y sentido del humor, retrata el callejón sin salida de la visión más nihilista del rock: pose, vacío, autodestrucción y muerte. Eso sí, sin bajadas escabrosas a los infiernos: en un ambiente limpio, lujoso y agradable también puede uno hundirse en la nada.
Tras estos prometedores comienzos, la muerte del padre de Cheyenne da un giro a la película y el personaje sale de sí mismo, embarcándose hacia los USA en la búsqueda del nazi –ya nonagenario- que torturó a su padre en Auschwitz. La galería de personajes, paisajes, y soledades compartidas del viaje muestran la influencia –no ocultada por el director- de Una historia verdadera de David Lynch.
Que la música no es la causa de la autodestrucción lo deja claro el director. En la sanación del personaje intervienen dos momentos musicales: una actuación brillante con vanguardista puesta en escena de la banda de David Byrne (fundador de Talking Heads y compositor de la canción que da título a la película) y una íntima interpretación acústica del propio protagonista.
El trabajo de Sean Penn es absolutamente magistral, así como el perfecto acompañamiento del resto de los actores: su buena esposa, la adolescente gótica tristona, interpretada por Eve Hewson, hija de Bono, o una simpática aparición de Harry Dean Stanton, relacionado con la maleta que arrastra Cheyenne.
El producto final es convincente: las interpretaciones, la sutileza de muchos diálogos, la cuidada fotografía… Y sobre todo, la complejidad de los personajes, que se enfrentan con la vida en estado puro: búsqueda de sentido, fidelidad, paternidad frustrada, necesidad de sobreponerse a la humillación, el perdón. Y la pirueta final, que obliga al espectador a recomponer el puzle.
Pablo Gutiérrez
Ficha técnica:
(This must be the place, Italia, Francia e Irlanda, 2011)
Dirección: Paolo Sorrentino
Interpretación: Sean Penn (Cheyenne), Frances McDormand (Jane), Eve Hewson (Mary), Kerry Condon (Rachel), Harry Dean Stanton (Bob Plath)
Duración: 118 min.
Género: Drama