Crítica:

Público recomendado: Adultos

La película Una chica vuelve a casa sola de noche ha sido producida a través del crowdfunding, es decir, gracias a la aportación económica de cientos o miles de personas que con el proyecto en la mano consideraron que esta película valía la pena que existiera. Yo no niego que sobre el papel la ópera prima de la directora Ana Lily Amirpour valiera su peso en oro pero no es menos cierto que el resultado final dista mucho de ser una gran película.

Una chica vuelve a casa sola de noche nos cuenta un inusual romance entre un joven y una vampiro en un barrio marginal de Irán, aunque la película se rodó en California y el barrio en cuestión ni si quiera existe. Se advierte así una enrarecida atmósfera cuya magnífica fotografía en blanco y negro no hace más que subrayar. Sin embargo, a la película de Amirpour le pierden las poses manieristas y termina preocupándose más por cómo dice las cosas que por lo que está diciendo. Esto, cuando pasa en una superproducción de Hollywood no importa mucho porque en la mayoría de los casos es lo que uno espera. Pero cuando un film con la bandera de independiente se pierde en su propio discurso mientras se regocija en sus silencios, sus miradas lánguidas y sus diálogos inverosímiles la cosa se vuelve más complicada.

Es una pena porque la idea de Una chica vuelve a casa sola de noche estaba muy bien. Además, Amirpour deja entrever que sabe lo que es una imagen y que puede ser muy hábil organizando, rodando y montando escenas. Por ejemplo, las apariciones de “La chica”, la vampira, están muy bien filmadas, en planos mayoritariamente desenfocados, lo que subraya su aspecto siniestro y etéreo. También está muy bien la escena en la que simula ser un reflejo de un viejo hombre invitando a golosas metáforas sobre el vampirismo y el cine.

Otro tanto se podría decir de los tiempos muertos de la película que como el de los vampiros no termina de pasar aunque esto último no tengo tan claro que fuera lo que se pretendía. Esto ocurre continuamente en la película de Amirpour y llega un momento en el que termina siendo insufrible. Se trata sin duda de un curioso experimento sin embargo se mezclan demasiadas cosas (cine social, western, terror…) y no se define por nada. El resultado es un batiburrillo bastante importante, muy bien filmado eso sí, muy bien cuidado, bonito incluso, a veces hasta inquietante, pero se mire por donde se mire fallido.

No obstante, y esto es importante, conviene no perder de vista a Ana Lily Amirpour, puede que un día nos sorprenda con una obra maestra. Sospecho que la materia prima para ello la tiene.