Crítica

Público recomendado: Jóvenes

Auténtico mago del balón, el pequeño Theo (Maleaume Paquin) es el protagonista principal de la didáctica película Una pequeña mentira, del director francés Julien Rappeneau (Rosalie Blum…), que se ha inspirado en el comic del dibujante y guionista de cine español Mario Torrecillas.

Con guion también de Rappeneau, el niño juega en un equipo de su pueblo y es el líder del equipo. Durante un partido de fútbol, aparece un ojeador de un importante equipo inglés que busca chicos con proyección para llevarlos a Inglaterra y formar parte de la cantera del club y, los que más tarde, puedan llegar al primer equipo de la Premier. Se fijan en Theo, pero, finalmente, no le seleccionan porque es demasiado bajo de estatura. El pequeño urdirá una mentira para no decepcionar a su padre (François Damiens: La  bailarina, Sácame de dudas, La familia Bélier…), bebedor empedernido, en paro por esta circunstancia y separado de su mujer (Ludivine Sagnier: Un secreto, Las canciones del amor, Una chica cortada en dos…).

En este filme se cambian las tornas y es el hijo, a pesar de su corta edad, quien “se responsabiliza” del padre y trata de sacarlo adelante utilizando una trampa en la que colaboran varios de sus amigos. Theo quiere ver a su padre contento y no hay mejor modo de ilusionarle que pedirle que se vaya con él a “triunfar” a Inglaterra. Con esta “golosina”, su padre —un forofo del equipo de su hijo, enzarzado siempre en peleas en los partidos—, suprimirá el alcohol y buscará trabajo, porque ha encontrado un sentido para superar sus torpezas.

En clave de comedia, Una pequeña mentira es entrañable por la postura del niño por el cuidado de su padre. Con su “ocurrencia” ha recuperado a su progenitor y lo ha reivindicado frente a su madre, que vive con un hombre, que a Theo no le cae nada bien. El niño, muy maduro para su edad, no le afecta la separación de sus padres, pero este planteamiento es una impostura del guion que ha “fabricado” un niño con talante de padre.

Julien Rappeneau saca partido a sus actores, sobre todo al “niño” Maleaume Paquin. La fotografía de Pierre Cottereau es digna y vistosa en algunas escenas futboleras.

Así, Una pequeña mentira, comedia que se ve con agrado, esconde algunas trampas políticamente correctas, y lo más significativo de ella es la relación entre padre e hijo.