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Una veterinaria en la Borgoña

Caratula de "" () - Pantalla 90

Crítica

Público recomendado: Todos

De nuevo, volvemos a las películas feeling good. Con un año tan terrible como 2020 y la dureza con la que nos recibió 2021, parece un imperativo necesario que el número de películas con mensajes alegres y positivos sea de un número extraordinariamente alto a comparativa de otros años. Así surge esta película, que en un acercamiento previo da la sensación de tener el espíritu de Come, reza, ama; nada más lejos de la realidad. Es una película tan pequeña, sencilla, sin aspiraciones mayores y con un mensaje tan refrescante que sorprende.

La película nos presenta a un joven veterinario de pueblo que ve como su mentor se jubila y se ve en el aprieto de buscar un nuevo ayudante. Así aparece una joven recién graduada con ideas reticentes sobre quedarse en el pueblo e inmiscuirse en la vida de los vecinos. Entre ambos surgirá un choque que les forzará a adaptarse el uno al otro. Esta trama de sobremesa de película de Antena 3 posee un cierto símil con Tamara Drewe de Stephen Frears: ambas son obras que hablan sobre reconectar con uno mismo, aprender a vivir en comunidad y saber que la vida no puede relegarse a un individualismo egoísta. En ambas cintas, la protagonista no tiene muy buena imagen de sus paisanos, así su consideración por ellos es nula. Pero durante la película se nos van revelando temas que tienen un punto convergente realmente importante: la aceptación del pasado para continuar viviendo en el presente. La película juega con el elemento de la nostalgia, elemento que pone en jaque, haciéndonos ver que es inútil seguir alimentando algo que no podemos cambiar. Por ello su mensaje es claro: es cuando dejamos atrás y aceptamos lo que fuimos cuando podemos encontrar una paz con nosotros mismos y avanzar como seres humanos. Es el momento en donde nos sentimos capacitados para poder mirar de frente al futuro. No ofrece nada nuevo que no podamos ver en otra película, y seguramente estará mejor contado, pero la tremenda desnudez narrativa consigue que nos metamos de lleno en ese pequeño pueblo y reflexionemos sobre todas estas cuestiones.

En el apartado actoral destaca sobre todo su joven protagonista: Noémie Schmidt, que pasa de ser un personaje frio y misántropo a una evolución narrativa natural y convincente. El lugar donde transcurren los hechos es un personaje en sí mismo, que aporta ese grado de calma y belleza natural que nos quieren transmitir los dramas ligeros sobre la campiña francesa.

En definitiva: una buena película en la que buscar mensajes que refuerzan la vida en comunidad y la importancia de dejar de lado el sentimiento egoísta del ser y entregarse al bien común.

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