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Vengadores: Endgame

Caratula de ""

Crítica

Público recomendado: Jóvenes

Hace ahora 11 años que Marvel debutó como estudio de cine independiente con Iron Man, un éxito sorpresa que adaptaba a un súper héroe desconocido para el público general. Ahora Marvel Studios forma parte del imperio (rayando en monopolio) Disney, y la dimensión que ha conseguido conferir a su catálogo de personajes gracias al universo cinematográfico iniciado en 2008 es apabullante. Vengadores: Endgame es la culminación a esos 11 años y 22 películas de recorrido. Y como no podía ser de otra manera, el estudio ha tirado la casa por la ventana en todos los aspectos: presupuesto, espectáculo y duración, pero también drama, sorpresas y emotividad. La película es un mastodonte con no pocas debilidades, pero los aspectos positivos son tantos y tan potentes que la balanza se inclina claramente del lado positivo. El mensaje final es un triunfo a la amistad, el amor y el sacrificio como el camino para superar las más grandes adversidades.

Después de unos primeros minutos que resuelven los cabos sueltos de la anterior entrega, Infinity War, la película nos ofrece un primer acto más oscuro y pausado de lo que es habitual en el universo Marvel, con un retrato de cómo el mundo, y en particular los héroes supervivientes, siguen adelante después de que Thanos aniquilara a la mitad de los seres vivos del universo. Es aquí donde se distinguen las distintas actitudes de
cada personaje, y quizás la peor parte se la lleva Thor, al que se le da el arco de transformación más acusado, pero acaba convirtiéndose en alivio cómico con una caracterización totalmente indigna para un personaje de esta talla. La segunda mitad quizás sea la más interesante y atrevida, con una trama de viajes temporales que se convierte en un homenaje a todos estos años de Universo Cinematográfico Marvel, al revisitar algunas de las películas vividas desde un punto de vista alternativo. Y finalmente, el tercer acto es como el sueño hecho realidad de cualquiera que haya crecido leyendo a estos personajes, con un fin de fiesta excesivo en que no faltan la acción, los efectos especiales y, sobre todo, la emotividad. Y es que resulta evidente que los mejores momentos de Endgame corresponden a las interacciones entre los personajes más carismáticos, Iron Man y el Capitán América. El final de la película resulta algo alargado, debido a todas las tramas personales que hay que cerrar (como ocurría en la última entrega de El señor de los anillos), pero el poder emocional para los que hayan seguido la saga está más que asegurado.

Entre los aspectos negativos, además de la ya mencionada humillación de Thor, podemos incluir los muchos agujeros narrativos fácilmente detectables, algo que suele ocurrir cuando se manejan viajes temporales. Algunas de las escenas más destacadas, por muy disfrutables que sean, llegan a costa de tragar con conveniencias demasiado generosas para los guionistas. También, como es previsible con una película de tres horas, se dan ciertas bajadas de ritmo que habrían sido evitables si se hubieran recortado algunas situaciones demasiado alargadas, o se hubieran eliminado escenas innecesarias.

Vengadores: Endgame, por tanto, dista bastante de ser una película perfecta, pero sí se puede afirmar que es un cierre perfecto para esta primera parte del exitoso experimento de Marvel Studios, y un broche de oro para algunos de los personajes que en estos años se han convertido en los héroes de ficción más populares del planeta.

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