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Verano del 84

Caratula de ""

Crítica

 

El cine vive en la nostalgia. Su alma sigue inmersa en un cine de antaño, cariñosamente cutre y querido por todos.

El cine de los 70 y los 80 desprende un aroma añejo que a mucha de sus películas les ha sentado de lujo; cine que en su día pudo ser repudiado o tachado de todas las listas de cinéfilos como cine non grato; películas destinadas a un mero entretenimiento del momento o esas “piezas de moda” que todos veían para estar en la honda. Gran parte de ese cine es hoy cine de culto, venerado por cualquier fan de la serie B, el cine de acción chusto de las producciones de la Cannon Films, los slasher que llenaban las salas de adolescentes hormonados con ganas de ver violencia y sexo a partes iguales. Ejemplos representativos no faltan: desde la saga de Jason Voorhees y Freddy  krueger en Viernes 13 y Pesadilla de Elm Street; las aventuras gore de los cenobitas en Hellraiser, las barbaridades de Arnold Schwarzenegger, Steven Seagal, Sylvester Stallone y compañía; las brillantes joyas de Sam Raimi y su Evil Dead; Cronenberg y Carpenter como figuras clave del cine de terror existencial; el cine de terror italiano o giallo sin el cual Tarantino hoy no sería lo que es.  El etcétera es inmenso. De esta maravillosa época parece que seguimos rescatando el espíritu de sus producciones con obras que tratan de emular aquella época dorada del cine de culto: Tarantino y Rodríguez con su doble sesión de cine Grindhouse; thrillers con claros indicios de aquellas producciones rape and revenge como pueden ser Frio en julio o la reciente y brutal Revenge; películas de terror como It Follows, The Green Inferno y The Neon Demon. De series que también viven del pasado como es el caso de Stranger Things es donde nace la presente obra, que guarda varios paralelismo con la serie anteriormente mencionado, aunque salvando las diferencias. Verano del 84 es un caramelo de entretenimiento y un ejercicio de nostalgia muy conseguido, gamberro, que sufre algún altibajo en la mitad de su metraje pero que se deja ver por su encanto.

Un grupo de amigos de una zona residencial de estadounidense creer estar ante un asesino en serie: el vecino de uno de los muchachos, un policía querido por todos. Ante las convincentes pruebas dará comienzo una investigación con consecuencias insospechadas. Si coges los Goonies y Cuenta conmigo y lo pasas por la batidora con la mano de los creadores de esa genial y brutal pieza de culto que es Turbo Kid el resultado es el presente: una macabra cinta, más adulta que su fuente principal de comparativas que es Stranger Things. Se agradece que la cinta salga de su fuente de inspiraciones y se convierta en algo con identidad, evitando caer en el error de la serie que es vivir continuamente de referencias y la nostalgia de los 80. Tiene algún problema de ritmo una pasado los primeros 40 minutos, pero su encantadora evocación y sus giros consiguen salvar el resultado de un fiasco.

En resumen: no es la película que en un principio parecía que iba a ser por quienes son sus creadores, pero si es una efectiva propuesta que, a pesar de ser un ejercicio de nostalgia consigue tener una identidad propia muy efectiva. Eso unido a la falta de pretensiones convierte a esta obra en un entrenamiento sano y jovial, que celebra lo cutre.

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