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X-Men: Apocalipsis

Caratula de "" () - Pantalla 90

Crítica:

Público recomendado: Jóvenes

Después del éxito de Días del futuro pasado llega una nueva entrega de la saga X-Men, de nuevo de la mano de su fundador, Bryan Singer, que intenta crear la película más compleja y espectacular de la franquicia, presentando al clásico villano de los comics,  Apocalipsis.

Han pasado diez años desde los sucesos en la Casa Blanca. Magneto vive bajo una falsa identidad en Polonia, mientras el doctor Xavier ha puesto en marcha su escuela para jóvenes talentos. Pero un poderoso mutante que vivió en la antigüedad, Apocalipsis, despierta de su letargo con la intención de dominar el mundo.

Bryan Singer demostró desde la primera entrega de X-Men, que se remonta ya al año 2000, que entendía el fondo filosófico de los comics originales: los mutantes representaban aquellos marginados de la sociedad por ser diferentes, y mientras algunos protegían a las mismas personas que los odiaban, otros pretendían combatirlos (las dos posturas representadas por los amigos enfrentados, Xavier y Magneto). No hay que olvidar que el cómic surgió en los años 60, en plena convulsión por los derechos sociales de las minorías.

Da la sensación de que en Apocalipsis Singer ha dejado algo aparcado el desarrollo de este tema, y busca ofrecer una entrega a más gran escala, más espectacular y con múltiples líneas narrativas, casi como una respuesta al universo Marvel desarrollado por Disney. El resultado es algo irregular: por un lado, no cabe duda que la película presenta personajes y situaciones muy interesantes, grandes momentos de acción e imaginativos efectos especiales. Por otro lado, peca de gigantismo: la atención a las distintas tramas hace que el desarrollo sea algo lento, y que algunos de los nuevos personajes no reciban la atención necesaria para definirlos bien.

Cabe destacar la historia referente a la familia de Magneto, con una impresionante secuencia en un bosque plena de emoción; también destaca el inicio en el antiguo Egipto y el desarrollo del profesor Xavier. Por contra, la película se resiente por un largo fragmento cuyo único cometido es mostrar un innecesario cameo de Lobezno, que hace que el clímax final llegue cuando el espectador empieza a estar algo exhausto. Como pasa con tantos blockbusters actuales, a la película le habría venido muy bien durar 15 minutos menos.

Sin embargo, hay que concluir que lo bueno pesa más en la balanza, ya que Bryan Singer vuelve a dar una muestra de buen gusto y sentido narrativo tras la cámara, y a pesar de los excesos en efectos especiales, nunca pierde de vista el núcleo emocional de cada escena, que es lo que hace que la saga X-Men sea de las que muestren personajes e historias más desarrollados e interesantes.

 

 

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