Crítica
Público recomendado: +18
Empecemos por el principio. X (Ti West, 2022) es casi prohibitiva para los menores de edad e incluso, para determinado tipo de público, según sensibilidades. Sus niveles de sexo y violencia (por no hablar de sus alusiones a las drogas) son extremadamente elevadas, tanto, que la violencia linda con el cine gore y el sexo, juguetea con la clasificación X. De hecho, es de aquí precisamente, de donde emana el título de la película de Ti West.
X nos cuenta la historia de un grupo de jóvenes que se trasladan a una remota cabaña en mitad de la América profunda para filmar una película pornográfica. Desde el primer momento uno puede oler a La matanza de Texas (Tobe Hooper, 1974), pero también se colarán referencias (y algunas muy explícitas) a títulos como Bahía de sangre (Mario Bava, 1971), Posesión infernal (Sam Raimi, 1981) e incluso a Psicosis (Alfred Hitchcock, 1960). Sin embargo, la caseta en la que van a rodar es propiedad de un inquietante matrimonio de avanzada edad.
La película viene firmada por Ti West, un prestigioso director de cine de terror que lleva más de una década pergeñando un legado muy personal sobre el género y sospecho, que intencionadamente apartado de la primera línea de Hollywood. Y no me extraña, porque sus películas tienen un toque sensiblemente diferente, aunque no sea escandalosamente distintas. Hay algo, en efecto, en su forma de rodar, en su forma de escribir y en su manera de concebir el terror, que hace que sus películas sean distintas, aunque no lo suficientemente diferentes como para llamar la atención del gran público. O mejor aún, no lo suficientemente diferentes “en la dirección” que al gran público le gusta que el cine sea diferente.
X, sin duda, es un gran ejemplo. A pesar de su sinopsis, que nadie vaya esperando el típico slasher de cuchilladas y susto fácil. El film de West es, en su esencia, un excelente film de terror en tanto propone conceptos que tal cual están planteados, resultan incómodos para el espectador. Es una de esas películas de terror capaces de aterrorizar horas, o días después, de haberla visto por lo que propone y por cómo lo propone.
El film de West navega constantemente sobre la idea del deseo sexual y sobre la frustración que puede provocar no conseguir determinada satisfacción. A penas si se mencionan conceptos como la ética o la moral, por eso tal vez la hacen más fría. Y en realidad, la película está muy bien porque, nos guste o no, es un sentimiento (incómodo pero real) que, en mayor o menor medida, es muy humano, solo que aquí está llevado al extremo y tratado en su variante más truculenta.
Tal vez, lo que menos termine de encajar en la película de West sea ese tópico tan vacío y trasnochado como el fanatismo religioso como excusa o como detonante dramático que aquí en concreto, resulta un tanto confuso. Para el que esto firma, X habría sido una cinta de terror perfecta si no hubiera metido de por medio un recurso tan facilón como el fanatismo religioso porque por lo demás, hacía tiempo que no veía una película de terror como X. Pero ¿Por qué? Porque da miedo verla, porque da mucho más miedo después de haberla visto, porque me propone cosas en las que no me gusta pensar y porque como le ocurría a su principal referente, La matanza de Texas, es una película sucia y por momentos molesta. Esto es a veces, el cine de terror puro.