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Yo, Frankenstein

Yo, Frankenstein 

Público recomendado: Adolescentes

Pese a su título, que nadie se llame a engaño, Yo, Frankenstein no está, ni remotamente, relacionada con la novela de Mary W. Shelley, Frankenstein  o el moderno Prometeo. La película, dirigida por Stuart Beattie, ajusta cuentas con el relato original en sus dos primeros minutos de metraje y después se desentiende de él que da gusto.

 

 

Pasados esos dos primeros minutos el disparate se adueña de la película. Mientras la criatura creada por Víctor Frankenstein se encuentra en un cementerio enterrando a su creador unos demonios hacen acto de presencia. Por suerte, unas gárgolas al servicio de Dios están cerca para echar una mano. Más de doscientos años después la criatura de Frankenstein, rebautizado ahora como Adam (Aaron Eckhart), con un impecable corte de pelo y unas cicatrices muy poco horribles, vive como un justiciero en una gran metrópolis. Casualmente, en esta misma urbe se encuentra la madriguera de buenos y malos, cuyo eterno enfrentamiento se recrudece cuando reaparece Frankenstein, cuyo secreto por la vida eterna anhelan los demonios del averno.

Yo, Frankenstein, está basada en un comic, obra de uno de esos curiosos personajes que solo se pueden dar en Hollywood, Kevin Grevioux: Un afroamericano de casi dos metros de altura de puro músculo licenciado en Microbiología que se fue a Hollywood a probar suerte y que terminó interpretando papeles secundarios, colaborando en algún guión de éxito (Underwolrd) y que en sus ratos libres escribe comics. Y lo cierto es que la película que nos ocupa podría haber sido un largometraje realmente divertido si sus responsables hubieran decidido no tomárselo demasiado en serio. El delirante punto de partida daba para haber hecho una película realmente desternillante. Pero no, a cambio Yo, Frankenstein ha preferido abordar tan disparatado argumento con una solemnidad y una seriedad de chiste.

Pero lo peor de todo es que Yo, Frankenstein, es aburrida. Si se hace un largometraje de este tipo lo mínimo es que sea entretenido, resultón. Pero lo cierto es que la película de Beattie aburre soberanamente pese a sus 93 reducidos minutos. No tiene interés ninguno y es tan absurda y todo está hilvanado con tanta fragilidad que es imposible despertar la más mínima atención.

Bien es verdad que a tenor del nombre y currículum de sus responsables tampoco cabía esperar gran cosa. Sobre todo teniendo en cuenta que básicamente esta película ha salido de la mente de dos personas en exclusiva, Stuart Beattie, director y co-guionista y Kevin Grevioux, co-guionista y autor del comic en el que se basa el film. El primero había filmado hasta la fecha la simplona Mañana cuando la guerra empiece y sus créditos como colaborador en los guiones de Collateral, Piratas del Caribe o G.I. Joe tampoco ayudaban mucho. Y de Kevin Grevioux ya lo hemos dicho, lo más destacado en lo que se había visto implicado había sido Underworld. En fin… Que desde el principio no había materia prima por más que la idea partiera de una obra tan rica y compleja como Frankenstein o el moderno Prometeo. O precisamente por esto…

Ramón Monedero

 

Ficha técnica:

I, Frankenstein

(Australia, Estados Unidos, 2013)

Dirección: Stuart Beattie

Interpretación: Aaron Eckhart (Adam), Bill Nighy (Naberius), Yvonne Strahovski (Terra), Miranda Otto (Leonore), Jail Courtney (Gideon) y Socratis Otto (Zuriel).

Duración: 93 min.

Distribuidora: Tripictures

Género: Fantasía.

 

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