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Sisi

Crítica

Público recomendado: +18

En el recuerdo de todos los aficionados al cine romántico de época se encuentra la trilogía de Sissi, que dio lugar a una deliciosa comedia, titulada La panadera y el emperador. Todas ellas estaban dirigidas por Ernst Marischka y protagonizada por Romy Schneider, que tuvo un tormentoso matrimonio con Alain Delon, un actor que ha llevado una vida de desenfreno, pero que en los últimos años intenta recuperar la fe, apoyándose en la Virgen María. El final de esta actriz fue trágico, pues se suicidó.

El caso es que estamos ante una potente coproducción entre Austria y Alemania que ha hecho una fuerte apuesta por una miniserie de 6 episodios de unos 50 minutos, siendo creada por Sven Bohse, en la que se ponen todos los palacios austríacos al servicio de la película, así como su bellísima catedral. Como habrán podido imaginar, esta serie no es tan edulcorada como la citada saga cinematográfica, ni mucho menos, sino que está orientada a un público adulto, recreándose en exceso en escenas “erótico-festivas” de la pareja real y mostrando, de modo más explícito y nada elegante, las infidelidades del Rey con sus amantes. Las drogas, en un momento determinado, hacen acto de presencia, ofreciéndonos la faceta más oscura del Emperador. En cuanto a la cabeza femenina de la casa imperial se sugiere su inclinación hacia las personas de su mismo sexo.

En el lado más positivo, el tema de la fe no se explota demasiado. Sin embargo, en el momento en el que la jefa de protocolo de la reina  se siente desbordada por una situación que le desborda, ésta reza con fervor. Esta producción televisiva solo resalta, que no es poco, el catolicismo de la casa real a través de los sacramentos del matrimonio y el bautismo.

La interpretación del personaje que hace del emperador, Jannik Schümann, parece muy fría, mientras que la actriz, Dominique Devenport, que hace las veces de emperatriz, demuestra su versatilidad tanto en el drama como en su lado más amable cuando gasta alguna que otra broma al séquito que le acompaña. Esta mujer muestra la evolución del personaje que va ganándose los favores y los apoyos de los distintos gobernantes del imperio con su simpatía, pues la emperatriz estaba dotada de un talento natural para la diplomacia y sabía varios idiomas a la perfección. Por otra parte, esta mujer da la impresión de encontrarse atrapada y encarcelada en el palacio Hofburg, por eso disfruta tanto de sus escapadas a caballo como buena jinete que era y las escenas, rodadas en exteriores, sacan el máximo producto de la belleza del imperio austrohúngaro.

La película refleja el dolor por la pérdida de seres queridos con bastante acierto. Los padres de la chica son el apoyo más fuerte que tiene a pesar de la distancia. Por último da la impresión de que los productores han apostado por una película que guarda ciertos paralelismos con la vida de Lady Di. En la mayoría de los aspectos de este producto televisivo, sus guionistas intentan ser bastante fieles a los hechos narrados por la historia.

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