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The Pacific

Crítica

Público recomendado: +18

 

 

El éxito que supuso, Hermanos de sangre, la primera serie de la que hablé en Pantalla 90 y sección que tuve la suerte de inaugurar hace la friolera de 13 años tuvo una secuela como The Pacific,  ambientada en dicha época, pero en la que se cuenta el enfrentamiento, que tuvo lugar entre Japón y Estados Unidos, durante la Segunda Guerra Mundial que terminó de forma abrupta con las bombas nucleares de Hiroshima y Nagasaki.

Esta serie estuvo respaldada por el tándem formado por Steven Spielberg y Tom Hanks y  no tiene la fuerza narrativa de la primera ambientada en Europa, aunque a mi juicio explica mejor los horrores de la guerra, al mostrar el dolor y el sufrimiento de un modo más crudo o las secuelas psicológicas generadas en la mente de los militares como consecuencia de la misma, generando el síndrome de estrés postraumático. A lo mejor por esa razón provocó el rechazo del público. Se trata de una producción que, a diferencia de la primera, es menos elegante en todos los sentidos tanto en el uso de la violencia como por su carácter hedonista excesivamente recalcado.

Los personajes sobre los que recae la acción están realmente bien. El soldado, Robert Leckie, representa a un poeta aparentemente existencialista, que no lleva bien su trabajo como militar frente a otro soldado, Eugene Sledge que, a pesar de sus limitaciones físicas y estar exento del servicio militar, se presenta como voluntario para combatir al enemigo por principios, pero reconoce que no esperaba que iba a ser tan duro con lo que hasta cierto punto se cuestiona si tendría que haberse acogido a su condición de enfermo. Estos dos personajes debaten sobre la existencia de Dios, uno desde la postura atea frente al otro, un cristiano practicante que encuentra en la lectura de la Biblia su mayor consuelo.

Esta serie consta de 8 capítulos, basados en las memorias de los dos militares mencionados.

Este soldado citado en último lugar encuentra en Merriell, un militar de barrio chungo a su mejor amigo, pues en varios momentos es decisivo, al mostrar el valor de la camaradería dentro del ejército, siendo un guiño a la serie Hermanos de sangre como el propio nombre indica y haciendo honor a la frase de dar la vida por el prójimo pronunciada por Jesucristo, ya que se juega la vida en un rescate.

Finalmente, uno de los capítulos más interesantes desde el punto de vista antropológico es, sin duda, uno en el que se cuenta la historia de amor entre un héroe de guerra y una estadounidense de origen italiano, católica y amante de la familia, que podría recordar a la película Tiempo de amar, tiempo de morir de Douglas Sirk, un melodrama protagonizado por Rod Hudson y Liselotte Pulver, basada en la novela de Erich Maria Remarque de homónimo título, en el que se habla de la belleza del noviazgo desde el punto de vista católico a través del diálogo; en los pequeños detalles para enamorar a la otra persona como un sencillo desayuno, en la que la chica quiere entregarse a tener relaciones íntimas cuando reciba la bendición del sacerdote en el sacramento del matrimonio, siguiendo las enseñanzas del Señor.

Víctor Alvarado

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