Todas las criaturas grandes y pequeñas 2ªT

Crítica

Público recomendado: + 7

Una de las pequeñas joyas de la televisión es, sin duda, Todas las criaturas grandes y pequeñas, basada en las novelas del veterinario y escritor: James Herriot. Esta serie se gana el cariño por donde quiera que vaya, cuyo éxito han permitido que Movistar se haya hecho con los derechos de la misma, pues antes solo podía verse la plataforma de Filmin en España. Nuestra idea es analizar la segunda temporada,  puesto que recomendamos la primera en su estreno y la tercera cuando sea menester.

El caso es que, una vez presentados a los personajes en sus tramas iniciales, esta segunda entrega consta de 6 capítulos más un especial de Navidad (marca de la casa) de unos 45 minutos de media, ofreciéndonos unos títulos de gran belleza los titulados: Solo nos queda la esperanza; Donde está tu corazón o Muchos reencuentros felices.

La encantadora pareja protagonista (James y Helen, que muestran las luces y las dificultades propias de un noviazgo vivido con madurez) reflexiona sobre la vida de una granjera que ha perdido sus cabezas de ganado, así como se percibe la preocupación de éste que intenta buscar una solución para la enfermedad de las vacas, lo que indica la humanidad de los personajes. El dueño de la clínica veterinaria, interpretado por Samuel West, muestra  su gracejo, manejando el sarcasmo y la ironía frente a su joven y desastroso hermano a pesar de su edad, ya que sus 24 años demuestran que no es un niño que suele provocar situaciones cómicas, divertidas y simpáticas.

Esta producción televisiva es una de las pocas series  que se pueden ver en familia (padres e hijos; abuelos y nietos…) porque los temas están tratados con delicadeza y elegancia sin las banderas ideológicas del siglo XXI, con la suficiente profundidad para que un adulto se quede atrapado por la trama y de modo que los niños se lo pasen igual de bien porque son asequibles para los más pequeños de la casa como la trama de las gallinas o del tradicional partido de cricket.

Es de especial belleza el capítulo especial, ambientado en la Nochebuena, en la que este grupo de veterinarios y su religiosa, amable y comprometida ama de llaves, que acogen a una niña perseguida por el nazismo por su condición de judía. Esta situación puede entenderse como un momento de encuentro interreligioso entre cristianos y judíos. Esta personita de 8 o 9 años les explica las claves de la fiesta de Januká (e incluso reza una oración en una de las lenguas propia de Israel) que sería la equivalente a los Reyes Magos o Santa Claus para los europeos.

A modo de conclusión, esta “deliciosa” serie defiende valores como la lealtad, la amistad, la ternura, la comprensión y el perdón, donde también encontramos valores universales que van más allá como la belleza o la importancia de la verdad y la sinceridad para evitar conflictos innecesarios, favoreciendo la comunicación.

ctor Alvarado

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