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Todas las criaturas grandes y pequeñas

Crítica

Público recomendado: +7

Si hay una serie para disfrutar en familia esa es, sin duda, Todas las criaturas grandes y pequeñas, basada en el libro de James Herriot sobre sus propias aventuras como veterinario en las zonas rurales de Gran Bretaña.

Esta cuarta temporada, ambientada en esta ocasión en la Segunda Guerra Mundial, alcanza los niveles de excelencia de las dos primeras temporadas, creada por Ben Vanstone que, con la ayuda de varios directores, dirige estos 7 capítulos de cuarenta y cinco minutos de los que consta.

Esta nueva entrega, aprovecha el poso dejado en tiempos pasados para que profundicemos en las inquietudes de algunos secundarios de lujo, que son tan importantes como la pareja protagonista, como el señor Farnon y la señora Hall, el ama de llaves. Esta serie está montada de un modo tremendamente dinámico, ofreciendo encuadres perfectos. El director coloca la cámara en lugares que siempre aportan detalles extra, aprovechando por otra parte los bellos paisajes ingleses, donde el verdor de los campos, transmite una sensación de paz, calma y tranquilidad, bueno encuadres, donde el drama y el humor, siguen siendo las señales de identidad.

Los veterinarios se implican no solo curando a los animales, sino tratando con delicadeza y cariño a sus cuidadores, puesto que algunos de ellos están desbordados por el exceso de trabajo, ya que muchos de sus hijos se alistaron en el ejército. Una de las situaciones más significativas, es aquella en la que un ganadero agotado por las razonas anteriormente esgrimidas, encuentra en un niño huérfano una salida a sus problemas, pues él podría trabajar con el anciano y este podría ser entre comillas su padre adoptivo como si fuera el mismísimo San José.

Otro punto fuerte esta temporada será el de la vocación profesional, pues estos veterinarios sacrifican algunos momentos de su vida por el bien los ganaderos. Se percibe la prioridad que dan un animal que se encuentra en peligro en favor de sus vecinos, pero que necesitan cariño por la ansiedad que les genera a los dueños de las granjas, siendo buenos profesores del veterinario en prácticas, indicándole que los conocimientos científicos son buenos, pero que el trato humano es fundamental sobre todo cuando se trata de gente sencilla que deposita en el buen profesional todos su anhelos y sus esperanzas.

El simpático personaje, conocido como Carmody, se queja de que sus padres no les transmitieron las enseñanzas cristianas por considerarse ateos, a diferencia de la señora Hall para la que celebrar en coherencia con su fe, es necesario para afrontar la vida. Este chico, les da un toque de atención y les recuerda a sus vecinos que no solo hay que brindar por un tema sin trascendencia, sino por el nacimiento del niño Jesús en el habitual capítulo relacionado con la Navidad, que apuesta por la vida.

Víctor Alvarado

Tráiler:

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