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Zafarrancho en Cambridge

Crítica

Público recomendado: +16

Esta miniserie de televisión –ahora disponible en la plataforma de Filmin– es la adaptación de un libro del autor británico Tom Sharpe, muy conocido por su humor y por la saga protagonizada por Wilt. En concreto, el libro que se adapta en esta miniserie es una sátira que se titula Porterhouse Blue (1974), en honor a uno de los colleges de Cambridge. Este college tiene como lema “Dives in Omnia”, que significa en latín: riqueza, fortuna en todo, un canto que sitúa perfectamente la superioridad de la práctica festiva en ese submundo académico frente a lo que se espera de los universitarios, que toda sea pompa y solemnidad. De hecho, la serie pretende mostrar ese contraste que a veces roza lo ridículo y otras encubre un humanísimo sentido de la realidad de los estudiosos.  Sumado a todo ello, la connotación del nombre del college también aporta cierta perturbación: Porterhouse significa “mesón” en inglés y además da nombre a un tipo de carne. Lo cual indica la elección intencional de una institución cuyo nivel académico deja mucho que desear. La miniserie tiene algo de irreverente, como no podía ser de otro modo. Por lo cual, es este gracioso elemento de humanización el que atrae nuestras simpatías. En particular, la trama nos arrastra a descubrir la idiosincrasia del mundo universitario en una versión menos idealizada. Si bien, el humor de Sharpe queda inmortalizado en unas imágenes concretas –disruptivas a veces con la profundidad de los pensamientos implícitos en la obra- también resulta animante la recreación de una institución mítica, por muy limitada que esta sea.

La producción de esta comedia de cuatro capítulos se realizó en 1987 con una adaptación temporal del escenario, llevando la acción a la década de los 70 y los 80, frente a los 30 prebélicos de la novela. Por lo tanto, aparece una actualización de los temas más candentes de la época retratada: las reivindicaciones de los Cultural Studies en una institución más resistente que la University of Birmingham; el feminismo radical, la liberación sexual, la anarquía litúrgica, el ecologismo, la democratización del acceso a la universidad.

Para mostrar todo esto, en la serie aparece un personaje intermedio que es el viejo portero, Skullion, que hace las veces de guía o hilo conductor de la trama. Después de 45 años sirviendo a la institución, es un acérrimo defensor de las tradiciones y las instituciones tal y como han sido conservadas a lo largo de los siglos. Y, bajo ningún concepto, va a acepar que los fatuos aires de modernidad infesten la atmósfera “sagrada” del college. Por ello, actuará siempre de representante de las costumbres seculares. Su principal antagonista es el mismísimo nuevo director y su esposa, tan rígidos e intolerantes como las supuestas reformas que pretenden acometer contra el parecer de un Claustro quasi decadente. Los cuatro capítulos pivotan sobre cuatro temáticas claras; el primero de ellos se centra en la presentación del college con sus profesores y estudiantes, idiosincrasias y particularidades, junto con la premisa: el principal está moribundo y se avecina un cambio (pues el primer episodio arranca con la muerte patética del anterior); el segundo capítulo muestra el cariz de las reformas que se avecinan y las vergüenzas del estudiante protagonista Mr. Zipser (que empieza a ganarse las simpatías de la esposa del director), incapaz de resolver sus obsesiones y perversiones eróticas; en el tercero se recurre a uno de los antiguos e influyentes alumni del college para buscar alguna solución a los problemas del college. Lo políticamente incorrecto y algunas lecciones más de sentido común se unen al hallazgo de un periodista de televisión, “un creador de opinión” y por supuesto a las soluciones de mal gusto de Mr. Zipser en el castigo de su confinamiento, muy ridículas, groseras y obscenas, por cierto. La justicia poética pondrá las cosas en su sitio. Por último, en el cuarto capítulo y después de saber que el nuevo director (además de hacer chantaje y amenazar) también quiere amortizar los bienes del college despojando de privilegios a sus sirvientes y claustro, se muestra la auténtica generosidad de la gente como Skullion: siempre todo es cuestión de dinero. Pero ante la injusticia cometida con él, llegará la televisión con sus mañas…

El College es la tradición; frente a ella, la esposa del desabrido nuevo director quiere romper con todo lo antiguo y actúa con mañas inmorales. Es ecologista, feminista, no le gustan las liturgias ni los actos solemnes, menos aún la separación del mundo masculino del femenino. Mientras ella critica las comilonas y el espíritu de camaradería de los miembros de número –los profesores- y los estudiantes –con sus desmanes, queda asociada a las “nuevas” reivindicaciones femeninas en charlas de agitadoras sociales e ideológicas. Recuérdese que el cambio de mentalidad y las ideologías feministas en la universidad llegaron mucho antes al mundo anglosajón que al mundo latino. La serie trata de temáticas adultas con el recato propio de los años 80 (que era mucho, en comparación con el descuido actual) y resulta incluso “inocente” por ello; pero tras esta decencia contenida se atisba lo que se avecinaba. Es un simpático divertimento para sonreír y reír en ocasiones con una sonrisa amarga ante los restos de dignidad de una era que se ha desmoronado.

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