Cuando todo está perdido 
Público recomendado: Jóvenes y Adultos
Cuando todo está perdido narra la historia de un navegante que descubre una fuga en su barco después de haber colisionado con un contenedor que andaba a la deriva en mitad del Océano Índico. “Nuestro hombre” -la única denominación que encontramos en los créditos-, lejos de alarmarse, se muestra como un marinero sereno y resuelto que trabaja con esmero para evacuar el agua, reparar la grieta e intentar hacer funcionar de nuevo la radio mojada. Pero las condiciones atmosféricas no acompañan y la profecía del título parece ir cumpliéndose a lo largo de la película.
No obstante, lo que el título no desvela es la paciencia y fortaleza de nuestro héroe: no todo está perdido para aquel que decide luchar hasta el último momento y se las ingenia para sobrevivir en alta mar día tras día.
En el curso de unos meses hemos asistido a grandes relatos en torno a la supervivencia como Capitán Philips (Paul Greengrass, 2013) y Gravity (Alfonso Cuarón, 2013). Cuando todo está perdido cierra magníficamente el tríptico al llevar la temática hasta sus últimas consecuencias y presentarse como cine minimalista, con un guión que consiste exclusivamente en acompañar a su único personaje frente a todas las vicisitudes que la naturaleza le propone. El film no ofrece nada más: no existen flashbacks, ni escenas sobre lo que ocurre en otros lugares, ni tampoco diálogos. Solo se cuenta con un monólogo al principio y tres líneas sueltas (entre ellas, la palabra que inglés empieza por f y “¡Socorro!”) que pronuncia nuestro náufrago. Así, todo el peso dramático recae en un sobresaliente Robert Redford capaz de realizar un trabajo contenido y naturalista, de comunicar inmejorablemente a través de su lenguaje corporal y expresión facial las sensaciones e incluso la reflexión existencialista que el protagonista experimenta a lo largo de su naufragio. En los últimos años el veterano actor nos había acostumbrado más a sus incursiones como director y sus aportaciones al Festival de Sundance que a los grandes personajes. Pero esta cinta confirma que “el que tuvo, retuvo” y, a sus 77 años, se muestra tan añado como ágil física e interpretativamente.
Por otra parte, también cabe destacar el trabajo del guionista y director J.C. Chandor que arriesga bastante al abordar una propuesta que es prácticamente un experimento y que nada tiene que ver con su opera prima Margin Call (2011), un thriller sobre la crisis financiera en el que existen varios personajes que precisamente no paran de hablar. Sin duda, el realizador ha confiado en la fuerza del relato sobre la supervivencia y en la presencia en pantalla de Redford para llenar los vacíos de silencio a los que ni siquiera films como Gravity o Náufrago (Robert Zemeckis, 2000) tuvieron que desafiar. Finalmente, se puede decir que la apuesta ha sido segura y Chandor ha salido airoso.
Asimismo, es cierto que fruto de estos silencios a veces es difícil entender qué está haciendo exactamente su protagonista o cuál es el motivo para hacerlo. Además, la historia hace sufrir a un espectador que acompaña a este señor mayor y solitario por toda clase de adversidades (tormentas, hambre, sed, tiburones, cargueros que pasan por su lado sin verlo…). No obstante, al mismo tiempo, las ganas y los deseos de sobrevivir que el protagonista desprende se contagian rápidamente hasta el punto de pedir para que nuestro estimado Robert Redford no desista –existen momentos de desesperación, por supuesto- y que su monólogo del principio no sea su último y olvidado testimonio, sino el de la esperanza y la confianza en la trascendencia que nos excede y que es la única que acude cuando creemos que todo está perdido.
Larissa I. López
Ficha técnica:
Cuando todo está perdido
(All is lost, USA, 2013)
Género: Drama.
Duración: 106 min.
Dirección y guion: J.C. Chandor.
Interpretación: Robert Redford.