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I feel good. La historia de James brown

I feel good. La historia de James brown 

Público recomendado: Adultos-Jóvenes

I feel good es el título de una de las canciones más emblemáticas de la carrera de James Brown, uno de los grandes dioses de un olimpo del “rock” que se llenó desde los años 50 hasta principios de los años 70, y cuyo acceso es cada vez más restringido.

 

 

La música ya no tiene la significación que tuvo hace décadas, ni se espera de los artistas que aporten el relato de la vida de sus oyentes. La música hoy está de fondo, pero aquellos artistas como Berry, Presley, Brown, Lennon-McCartney, Jagger-Richards, la clavaron en el corazón de millones de jóvenes.

Muchos de los grandes intérpretes del blues, del r’n’b, jazz o soul crecieron en ambientes de miseria y marginación social. Elegidos por los dioses, alcanzaron cotas inimaginables, atravesaron desiertos o descendieron a los infiernos; fueron más o menos revolucionarios o contraculturales pero hoy forman parte del patrimonio cultural de la humanidad (aunque no lo diga la UNESCO), y eso sí, con sus derechos pecuniarios bien custodiados.

Lo que nos entrega aquí Tate Taylor es una maravilla. Un obligatorio para cualquier amante de la buena música del siglo XX. Un relato largo de la vida de James Brown, la marginalidad de sus orígenes y su temprana conciencia de “misión” o “destino”. Por eso, las palabras más repetidas de la película serán “James Brown, James Brown, James Brown…” ¿Quién fue James Brown? ¿Cómo llegó a alcanzar la cumbre?

Nada fue camino de rosas, pero la Providencia cuidó sus pasos desde su nacimiento. Un hombre que se consideró hecho a sí mismo, duro, inmisericorde con sus músicos, inmune a la opinión de los demás, aunque en el fondo, tuvo un corazón de carne que acababa saliendo a flote. James Brown pudo ser el ídolo menos político, o el más conservador, según se mire: actuó ante las tropas americanas en Vietnam, cantó America is my home cuando la moda era la denuncia del complejo político-militar que abanderaban los jóvenes universitarios, y fue considerado como traidor por las izquierdas antisistema. A fin de cuentas, ¿quién era James Brown?, ¿acaso había de ser un revolucionario más?, ¿no sería que quizá tenía una misión más sagrada y más duradera, más humana que ser el vocero de una ideología?

La película acierta también en su estructura narrativa, que prefiere los saltos, los trompicones, a la cronología lineal. Porque así entendemos su carrera; el pasado pesa, y las heridas de la infancia o de la juventud afloran, de un modo u otro.

Si el planteamiento es bueno, la ejecución es inmejorable: ¡qué actuaciones! Muchas, variadas, en muy diferentes escenarios, pero con bandas completas, con veinte personas en los escenarios; los movimientos y la interpretación de Chadwick Boseman (en el papel de Brown) no tienen nada que envidiar al meritorio y oscarizado Jamie Foxx de Ray (Taylord Hackford, 2004).

Hay que seguir apuntando puntos en el haber de Tate Taylor: especialmente el logro que supone no ocultar el drama: la violencia gratuita, la hipocresía de las clases blancas acomodadas, la miseria, la degradación moral, pero ojo, sin ceder ni al escándalo fácil, ni a la provocación gratuita, ni al discurso ideológico. Hay modos de mostrar el lado oscuro del ser humano, pero incluso eso se puede mostrar de modo humano. Taylor ha sabido cómo hacerlo y hay que agradecerlo.

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El olimpo de los dioses del rock se abrió por un corto tiempo. Bien es cierto que a él subieron no solo rockeros, sino los modelos a los que los rockeros quisieron imitar: los cantantes del blues, del rhythm’n’blues, del soul, funky… En general, los músicos negros. En la primera mitad del siglo XX esta era la conocida como race music, música hecha por la población negra, para un público negro. La fascinación que dicha música ejerció sobre la población blanca fue inconmensurable. Hablar de música “negra” no es denigrante: es todo un título glorioso de la música del siglo XX. Un hispanista como Edward Malefakis (historiador de la II República española) afirmaba que la música es el gran regalo que la población negra ha hecho al mundo en el siglo XX. Baste pensar en Louis Armstrong, Ell Fitzgerald, Chuck Berry, o James Brown.

Pablo Gutiérrez Carreras

 

Ficha técnica:

(Get on up, USA, 2014)

Dirección: Tate Taylor

Guion: Jez Butterworth, John-Henry Butterworth

Duración: 139 min

Género: biopic, drama

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