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El dictador

El dictador

Público recomendado: Adultos 

A medio camino entre la comedia ácida de trazo grueso y lo políticamente correcto a la contra se encuentra la última película de Sacha Baron Cohen, El dictador, dirigida por Larry Charles, que  vuelve a traernos a nuestras carteleras al cómico que supuso a comienzos del siglo XXI un auténtico acontecimiento audiovisual en Europa y Estados Unidos.

Sacha, al que hemos visto recientemente como agente con perro, patrullando una estación de tren de París en la última de Martin Scorsese, La invención de Hugo, nos vuelve con un personaje debajo del brazo, Aladeen, dictador de un país de Oriente Medio que nos recuerda mucho a alguno de los gobernantes derrocados en la llamada Primavera árabe, y de la que todavía hay algunos exponentes en el poder, como es el caso sirio de Bashar al-Assad.

La parodia chocarrera sigue estando presente, como en anteriores trabajos de Baron Cohen, encarnada en iconoclastas personajes “frikies” como fueron Ali G, Bruno y el reportero Borat. Sigue mezclando la zafiedad con bravuconas posiciones reaccionarias para denunciar irónicamente los espurios intereses occidentales en los países árabes, de los que sólo quieren su petróleo. Pero no se ha quedado ahí en El dictador, pues traspasa comícamente la línea (la asistencia a un parto en un establecimiento) hasta la provocación salvaje.

La historia: el riesgo a una intervención occidental en Wadiya, hace que su presidente Aladeen (Saha Baron Cohen) abandone momentáneamente sus aficiones favoritas: descabezar a cuántos le llevan mínimamente la contraria, ponerse a los mandos de su consola de videojuegos y acostarse con estrellas del cine traídas desde todas las partes del mundo. Tendrá que dirigirse a Nueva York para hablar ante las Naciones Unidas y parar la agresión inminente, previo desfile hilarante montado en camello en una avenida dela Gran Manzana.

Como en toda dictadura que se precie, la traición entre su personal de confianza cae sobre él, en este caso por parte de Tamir (Ben Kingsley), con lo que pasa a ser un don Nadie. Así conocerá a Zoey (Anna Faris), feminista y vegetariana, con la que primera se explaya en machistas argumentos macarrónicos y después en efluvios amoroso en medio de estrambóticas situaciones, que van desde ejercer de férreo encargado para salvar el negocio de ella, hasta aprender a masturbarse y superar, así, su dependencia sempiterna de las mujeres de su harén para darse placer.

Este humor casposo, cuyo ejemplo hispano es Torrente, lo entreteje Sacha con otro surrealista de crítica política y social al estamento estadounidense, del que no se libran tampoco algunas estrellas de Hollywood. De uno y de otro, da buena cuenta el esperpéntico final.

El talento de Sacha se ha visto refrendado en anteriores años por varios premios Bafta, Emmy y otros como mejor cómico en distintos festivales, y el favor de la crítica, que ve en este británico al abanderado de la comedia actual. Pero creemos que El dictador dista mucho de encontrarse entre sus mejores trabajos. Aunque consiga algunos momentos de humor inteligente que superan con mucho las últimas películas gamberras de Hollywood, otros son repetitivos y no pasan la frontera de la mueca facial en un potaje irreverente.

Esperamos que con su próximo proyecto, ponerse en la piel del cantante de Queen, Freddy Mercury, nos dispense mayores entusiasmos inteligentes.

Enrique Chuvieco

 

Ficha técnica:

The dictador

Dirección: Larry Charles

Interpretación: Sacha Baron Cohen (almirante general Aladeen), Anna Faris (Zoey), Ben Kingsley (Tamir), JasonMantzoukas (Nadal), Megan Fox, John C. Reilly, AasifMandvi (Doctor), Chris Elliott (Sr. Ogden).

Duración: 83 min.

Género: Comedia

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