Crítica:

Público recomendado: Jóvenes

Alexander Sokúrov (Irkustk, 1951) es uno de los directores rusos más reconocidos y premiados. Su obra cinematográfica es extraordinaria pero desigual. Es difícil reconocer en “Fausto” (2011) al maestro de “El arca rusa” (2002). Sin embargo, sus películas nunca dejan indiferente. En la mejor tradición de la cinematografía rusa, sus largometrajes son profundos, densos y tienen una realización soberbia. Sokúrov ha llevado a la gran pantalla algunos de los conflictos más hondos del siglo XX con una mirada humana y próxima. Ahí están, por ejemplo, sus “Elegías” de Moscú, San Petersburgo y la Unión Soviética (la primera de 1986-1988 y las otras dos de 1990) o sus “Diálogos con Solzhenitsyn” (1998).

En “Francofonia”, Sokúrov cuenta la historia del Louvre en tres planos distintos. Un capitán de barco que transporta obras de arte en medio de una tempestad, el París ocupado por los nazis y el museo a través del tiempo. En realidad, se trata del desgarrador enfrentamiento entre la civilización y la barbarie. Es un tema fabuloso que, afortunadamente, ha encontrado un director a su altura.

En efecto, “Francofonía” es toda una reflexión acerca de la civilización y el estatuto de los museos en la historia. Es inevitable recordar “El arca rusa” aunque son muy diferentes. Si aquélla era un plano secuencia ininterrumpido, esta película que ahora se estrena viene fraccionada en tres historias. El museo es, a la vez, una isla de cultura, un lugar de memoria y elevación del espíritu y un barco a la deriva en medio de las tempestades.

Sokúrov presenta así el Louvre como un espacio de salvación y seguridad frente al mundo. Uno recuerda la función que, durante siglos, desempeñaron las iglesias, los monasterios y las bibliotecas, que fueron a la vez repositorios del saber de su tiempo y transformadores del mundo gracias a la memoria y el conocimiento. El trasfondo es una celebración de la cultura y la historia de Francia y, por extensión, de Occidente.

El debate antropológico está servido.  ¿Cuál es el estatuto del museo en un tiempo de barbarie? ¿Qué sería París sin el Louvre? Las masas de turistas que cada día acuden al museo nos impiden ver su importancia más allá del reclamo para los visitantes. El museo tiene un significado trascendental que Sokúrov enseña: nos salva y nos  recuerda de qué es capaz el ser humano.

“Francofonía” es una película de un humanismo hondo y sentido. Sin duda, deben verla.