Crítica:
Público: Jóvenes-adultos
“La historia no es el pasado, es el presente”, decía James Baldwin, escrito del incompleto manuscrito Remember this House, obra que en este momento posee gran relevancia gracias a un magnífico quehacer de cineasta Raoul Peck, al trasladar los pensamientos de este escritor a la gran pantalla con I am not your Negro.
La relevancia de James Baldwin sigue a pie de guerra en nuestros días, pues él entendió que el sueño americano es una vana ilusión erigido bajo una base de tortuosos conflictos raciales, y de supremacía elitista, por ello sus reflexiones sobre las divisiones de raza, clase y sexo siguen vigentes. La forzosa diferenciación de élites no desaparece, sino que parece que con el paso del tiempo el asunto se acentúa con más violencia, a pesar del avance de la tolerancia y la conciencia social que dice tener nuestra sociedad. Por ello, el director Raoul Peck, activista cinematográfico sigue utilizando el cine como medio para su lucha contra la diferenciación racial: un cineasta distinto, sin aspiraciones comerciales, pero con un profundo sentimiento reivindicativo. En su filmografía posee obras como la recreación del asesinato del líder congoleño Patrick Lumumba en Lumumba; una dura meditación sobre el genocidio ruandés en Siempre en abril; o la terrible crónica de los efectos del terremoto haitiano en Muerte en Pacot. Ahora, Peck llega con I am not your Negro, un documental de contundente título, elogiada con razón como una de las películas del año, y quizá una de los más importantes y necesarios alegatos contra el racismo que jamás se ha proyectado en una pantalla de cine.
Combinando la lectura de pasajes inacabados del libro de Baldwin, puestos en boca del mismísimo Samuel L. Jackson con imágenes del propio James Baldwin en entrevistas y conferencias, así como con otros documentos gráficos nos muestran los turbulentos años sesenta, mediante personalidades como Medgar Evers, Malcolm X y Martin Luther King, conforman un retrato escalofriante y sobrecogedor de un sociedad cegada hacia sus semejantes cuya única barrera que los separaba de la igualdad era su color. Lo auténticamente trascendente es la reflexión a la que nos quiere llevar Peck, mediante el relato de Baldwin: criticar las bases de una sociedad profundamente conservadora, intolerante, y terriblemente marcada por un pasado truculento, cuya página parece no desaparecer de la Historia, persistiendo con dureza. La crítica no queda solo ahí: los movimientos pro-étnicos extremistas no hicieron ningún bien al intenta llevar la igualdad un escalón por encima; de ahí que se critique al grupo de los Panteras Negras, o se mencione la famosa acusación de Malcolm X a King de ser “un Tío Tom contemporáneo”. En definitiva este experimento de ensayo, visto por muchos como excesivamente intelectual, se vincula dentro de panorama cinematográfico actual como un documento histórico, una obra de vital importancia para la sociedad actual y para que no olviden que todavía queda mucho por hacer.
Técnicamente no se le puede pedir más a una obra de esta categoría, salvo que los documentos rescatados tengan coherencia con el motivo principal de la obra, y aporten la visión que el director quiere darnos. Muy interesante la visión que se nos dan de los Kennedy, y de grata sorpresa ante el poco revuelo que ha causado, pues su imagen (tanto del Fiscal como del Presidente) no sale muy bien parada, al criticar la cortina de humo en la que se ocultaban para vender una imagen comprometida con la desigualdad racial.
En conclusión, una obra importante y de obligado visionado para todos aquellos que dicen estar concienciados con las desigualdades raciales. Peck ha construido un documento destinado a perdurar y que debería enseñarse en todas las escuelas para que su visión no caiga en el olvido, y recordar a la gente que solo estamos a mitad de camino de una sociedad libre de prejuicios. También muy recomendable la lectura de La próxima vez el fuego, del mismo Baldwin; sin duda una llama que les encenderá e iluminara el espíritu crítico.